La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

viernes, 11 de junio de 2010

Neoadolescentismo

Neoadolescentismo. Niñadas en la llamada edad madura.

Opino que por mucho que viviera nunca dejarían de sorprenderme las curiosidades del universo psicológico de los humanos. Soy parte implicada -lo confieso a mi pesar- ya que también soy uno de ellos. Cierta tarde, mi amiga con la que nos citábamos en la filmoteca semanalmente desde hacia años, vino acompañada de su amiga Esperanza. No es que fuera su amiga del alma ni la confidente de sus grandes preocupaciones sino una conocida de muchos años que coincidían en la misma población y que de tarde en tarde se le juntaba con otras mujeres del grupo de esta para ir a disfrutar de una función de teatro. Yo no tenia ninguna posición a favor ni en contra de ésta mujer, la conocía de unas pocas coincidencias y una reciente por haberme sumado a una funcion de teatro en el Villarroel, donde -dato curioso- su primera reacción fue decirme que no había entradas para mi ya que solo eran un grupo de mujeres. Ese fue un detalle sin importancia pero del que no dejé de tomar nota porque los perfiles encuentran su enjundia en detalles como éste. Sabía poco más: que era una fumadora empedernida, asi como el resto de esta peña de espectadoras treatrales, que tras la función corrían a toda prisa a la calle sin perder un segundo sacando la cajetilla de cigarrillos de sus bolsos y que colaba al principio de sus conversaciones la referencia a su primer o segundo marido para que el interlocutor le preguntara inmediatamente cuantas veces había estado casada.

Declaro que de entrada no me permito sentir si una persona me cae bien o me cae mal pero si me hubiera puesto a pensarlo de esta habría dicho que más bien me caía mal. Volvamos a aquella tarde de cine. Misse, mi amiga, vino con la susodicha, y se sintió como anfitriona de ella. En la filmo pasaban un ciclo de directoras de cine y la llamada de género la trajo hasta la sala. Entre película y película salia a fumar. Entre la segunda y la tercera sesión conseguí que fuéramos los tres al sitio que habitualmente mi amiga y yo íbamos a recalar durante una hora: la cafetería de un hospital cercano. Ahí tenia la seguridad de que la fumadora no fumaria, aunque Misse ya se había doblegado a la iniciativa de su amiga para ir a otra parte donde sí podía ejercer su titulo de adicta.

En el bar Misse me dijo que no podía permitir que su amiga regresara sola a casa en tren, que de haber venido las otras que esperaban, podria quedarse conmigo como solía hacer por sistema. Observé atentamente a las dos antes de decir nada. Esperanza daba por supuesto que si se quedaba a la tercera funcion (la que empieza a las 22h) después daba tiempo para ir las dos a toda prisa a tomar el tren a Sants y Misse esperó a que la otra le dijera que no hacia falta que la acompañara, que podía tomar el tren sola y que se quedara conmigo como era su costumbre. Esperanza no dijo nada de eso, porque las amigas están para acompañarse a altas horas de la noche. Posiblemente creia que de andar sola a medianoche sería el blanco perfecto para todos los violadores de la ciudad ávidos de poner la pica en Flandes en cuerpos tan maravillosos como el suyo.

Puesto que los tres éramos adultos y estábamos en esa edad llamada de la madurez no hubo una discusión frontal entre Esperanza y yo, aunque ante su “eso no va conmigo” y su actitud de hojear (con hache) una revista mientras yo le cuestionaba a Misse que hubiera quedado conmigo si tenia otros planes con la otra (nuestro programa llevaba siendo casi sin variación: primero Filmo y después amor sexual en mi estudio donde ella se quedaba a pasar la noche). Misse trató de remediar la situacion diciendo que lo podíamos hablar repitiendo esa maravillosa frase “somos adultos” que solo sirve para quedar bien pero que no operativiza nada.

-No, ya has tomado tu decisión, sigue con ella -le dije después de preguntarle porque me había citado a mi ante esa otro plan del que no me había hablado. Además contábamos en que al día siguiente iríamos juntos a otra actividad en otro grupo de filosofía del que participábamos.

No me quedé con ganas de acompañarlas a la tercera sesión y las dejé en la cafetería. Misse me dijo que incluso había pensado en acompañar a Esperanza en tren y luego reunirse conmigo hacia las 2 de la madrugada viniendo en su coche. No acepté. Lo más fuerte fue lo que no salió en forma de palabras: lo que yo sentía una vez más ante los chascos de distinto tipo a los que me tenia acostumbrado mi amante que la seguían confirmando como una niña y como un referente inseguro por mucho que la amara. Lo que no salió tampoco fue mi argumentistica o sea confirmé mi incapacidad manifiesta para la lucha. El mundo me había vencido. Ya no estaba dispuesto a colocarme en el lugar del otro y remontarlo con la dosis precisa de conciencia. Ya no estaba para perdonar, a falta de viento recogía velas, a falta de agua me deshidrataba, a falta de función me retiraba discretamente, a falta del otro me quedaba afirmándome en mí.

Entre dos que mantienen una relación de intimidad, el volumen de su código bipersonal está lleno de matices y de empiria. Se conocen lo suficiente como para saber cuando uno de los dos está fuera de ética, cuando traiciona al otro en pequeños detalles. No, no es que yo me sintiera traicionado. Era una situación absolutamente ilógica para personas rondando los 60. Has quedado conmigo pero te vas con otra sin que haya una razón de peso para eso, estaría gritando mi inconsciente. He venido a lo del cine y ahora he de volver sola a mi casa, gritaría por lo bajini Esperanza. Le he dicho que venga al ciclo de cine de mujeres y ahora no puedo permitir que se vaya de madrugada en tren, sabiendo que los viernes por la noche los vagones se llenan de chusma maleducada en busca de carpas donde beber hasta la extenuación.

Lo mas grande, o grave, de todo es lo que no se dijo, lo que nadie mencionó (éramos cultos y educados). Por lo que hacía a mi parte de responsabilidad, mi total incapacidad para la lucha, para convencer, para argumentar, para apelar a lo que era nuestra relación. Por parte de Esperanza, las grafías de la revista tenían mas importancia que toda consideración. Las dos cosas que le oí fueron suficientes para ubicarla. Una, nos dijo como funcionaba la filmoteca cuando venían directores invitados y la otra la proximidad de la estación de tren para ir corriendo a buscar el tren. De ambas cosas no tenia ni idea por no ser usuaria del espacio ni conocer la distancia.

El retrato de al situación me hizo pensar que hay cosas en la vida que cuando no se resuelven antes de los 18 años ya no se resuelven nunca. El problema no era con la invitada sino entre Misse y yo. Ella nunca dejaría de ser una eterna dubitativa en su qué hacer concreto. Ni siquiera me molestó que priorizara a su amiga de ese día que a mí. Yo necesitaba tiempo para mí, para descansar de los demás, para alejarme de las niñadas, para vivir mi soledad. De haber sabido el desenlace de la tarde no me hubiera desplazado hasta el cine.

Mi mundo se iba cortocircuitando cada día un poco más, mis necesidades del otro se reducían a pasos agigantados, mi propia necesidad de vivir se volatilizaba. Feuerbach había dejado escrito algo así como que la necesidad de la existencia pasaba por la existencia de necesidades. Cabía suponer que cuantas menores fueran las necesidades, el continuum de haceres: comer, relacionarse, ver, caminar, beber, salir, amar, besarse.. menores serian las ganas de vivir. Epicuro había teorizado una posible existencia sin necesitar nada. Debería pensar en el futuro próximo si es que me quedaba algún futuro el incremento de la desrealización de todo a añadir a la falta de sentido de la vida ante la suma de esos pequeños pero significativos detalles del contacto humano. Con el grupo de teatreras con el que solo había quedado una vez no volvería a quedar, entre otras razones para no aguantar la aureola tabaquística que armaban a su alrededor, con Misse sí que quedaría pero tratando de no olvidar a cada cita el programa pactado: a tal hora cine, paseo entre sesiones o compartir la botella de litro y medio de agua en la cafetería del Hospital y luego encuentro sexual en el sofá o en la cama del Estudio. Ese programa estaba llamado a agotarse pero eso no sería tan triste: yo ya estaba agotado del mundo y de mi mismo.

martes, 1 de junio de 2010

Entre el amor poético y la vida como poema

.Entre el amor poético y la vida como poema.(notas) JesRICART

De lo que no hay la menor duda es que los nacientes del futuro no nos perdonarán que les dejemos un planeta tan inhabitable. No entenderán que habiendo dispuesto de todos los medios y avances malográramos los recursos y nos peleáramos entre nosotros hasta destruir todo viso de esperanza.

Sin amor a todo lo demás le falta un nexo que le dé sentido. Y siendo tan importante el amor como contenido, pasión y energía ¿por qué de su praxis se hacen tantos chantajes y presiones? ¿por qué muchas parejas se constituyen en pactos entre dos encarcelándose? ¿por qué hay tanto antagonismo entre el amor privado y el amor universal?

Hay dos clases de realismo: el muy mal informado que da lugar a los más entusiastas de los optimismos y el muy bien informado que da lugar al más depresivo de los fatalismos. El triunfalista nunca deja de perseguir zanahorias mientras que el pesimista lleva tiempo en que ya digerió la última.

Si mis lenguas maternas fueron unas y uno el himno nacional que me instruyeron, mi patria es la de las letras y mis colores los del arco iris y la luz boreal. Si mi biografía pasó entre fronteras y burocráticamente tamponado en cada barrera, mi alma se escapó de ser un ciudadano de pandereta y sigue auxiliándose con musas para eludir los golpes de las vendettas. Si mi cuerpo es de hombre mediterráneo metido en las casillas ahí quietito y ordenado, mis leyes son las de planeta y mi espíritu solo es devoto de la naturaleza.

Hubo una etapa, tras un empacho de cientifismo social, en que tuve que dejar de ser cartesiano para darme opción a la espontaneidad y a la locura. Después volví al sosiego a la lógica de los procesos ordenados, al antes y al después, a mi yo y a tú ahora.

Me gustan vuestras expresiones de cuatitas y washis,¿es que sois las hadas del cuento que siempre busqué conocer?. Vida de granja o rancho, ratos para el saludo y el poema, días que buscan ser días mejores y la diversión de los sentidos en una paz no alterada.

En cada nueva ventanita (campo, recuadrito,..o pósit, papelajo, billete para un apunte...) las letras distintas y diluidas, y distantes y destronadas, van saliendo de sus cautiverios para hacerse presentes en las timbas honestas sin dados trucados. Hay toda una literatura por descubrir, tan antigua como de la que se tiene noticia, pero que durmió por los cajones convertidos en féretros y que fue olvidada por autores que no compitieron por premios ni famas. Mientras se va dejando gotear, para compartirse con otras de canteras símiles, el negro sobre blanco de los soportes impresos seguirá sin advertirla no sea que desbanque otras pompas concelebradas por las efemérides exigidas por la industria de la publicación. Si yo soy letra porque yo soy yo y lavo mis heridas contándolas soy esa página de grafías que abraza con ternura a una lectora y la auxilia comprensiva en su viaje por la literatura.

Con acopio de besos y versos seguimos haciendo el camino, del que ya no me importa tanto su destino como la firmeza de sus tactos tersos.

Discriminación es una palabra que se presta a equívoco porque la aprendimos en relación a la exclusión que se hacia de derechos legítimos. No es la única que le ha pasado eso. Hay otras palabras como intolerancia que tampoco han sido aguantadas. Lo cierto es que podemos permitirnos recuperar la una y la otra y aplicarlas a situaciones que sí hay que discriminar o no tolerar radicalmente por su impresentabilidad y su ataque lesivo a las ideas, la libertad, el equilibrio o la paz.

La ideología habría sido tomada como la panacea del cálculo científico inapelable hasta que se comprobó que dentro de un ideólogo estanco latía un dogmático peligroso. Un conjunto de ideas solo puede dar a otro conjunto que lo reemplace en un proceso continuo de impugnación de las equivocaciones para no caer en la falacia de ningún pensamiento único, ni siquiera el que se otorga la marca de calidad de la revolución perfectísima. Lo que necesitamos, lo que queremos son revolucionarios mentales dispuestos a combatir su enemigo interno y a rehacer sus vidas rediseñando el sentido del ser humano. El supuesto de que una doctrina exacta pueda ser la solución definitiva a un mundo de tantos miedos, cobardías e injurias corre el riesgo de sectarizar el comportamiento y de convertir los conspiradores en alucinados que anden mascando sus paranoias en las alcantarillas. Lo revolucionario es construir hipótesis de cambios posibles que no vengan a maquear las formalidades sino a sentar las bases de una persona nueva con una psique diferente. El enemigo es cada otro que se resiste a progresar mentalmente y a evolucionar como un tipo íntegro.

De todos los actos que se pudieran inventariar, con un criterio elemental de evaluación se sabe los que forman parte del problema y los que sirven para construir soluciones.

El oficio de hada pasa por la magia, con un destello se inventa la vida, con otro se rescata una figura de la sombra, con uno más se vuela desde la ingravidez, y con otro se hacen de las palabras humildes las lecciones sabias para el futuro.

De las locuras y sus delirios andamos cautos aunque en viajes metafísicos puntuales les toquemos los genitales a ángeles de la guarda y otros adlátares. Nadie en su sano juicio se puede enamorar desde las pantallas y las distancias, por eso el amor requiere la conveniente suspensión del análisis logarítmico y la geometría euclidiana para tomarse sus opciones por el universo de la fantasíada. Como que lo único que diferencia la realidad potencial construida de sueños y deseos latentes y la realidad efectista, la de los fenómenos contables, es el empeño del sujeto jineteando el caballo de su historia, el único que puede dar categoría al imaginario de futuro o de mera quimera es quien cabalga.

Hubiera querido tener una existencia sin pasar por los bailes de adversidades y los circos de los contrarios, hubiera querido haberla vivido sin tener que teorizar la necesidad de una sociedad distinta, dedicada a la poética de la belleza y el elogio del momento. Combatir la realidad me quitó de mi mismo, dejándome de cuidar permitiendo que la desmaterialización me fuera haciendo polvo.

En el mar tumultuoso de las emociones hicimos el saldo de nuestros amores. Por mucho que amáramos y nos amaran siempre nos quedó algo por completar en el seno de otra alma. Que mi verdad y la tuya pudieran ser leyenda antes de que un ultimo torbellino me extinguiera bien podría ser el telón de un tiempo que no pedí en el que me metieron para no sé muy bien qué. Que tus deseos inclaudicables lleguen hasta mí, hasta mis cosas de hombre y mi cuerpo atlante, regurgitado por ese mar que devuelve sus secretos a los mortales para intentar segundas o últimas oportunidades.

Por el contrario, con los pies hundidos en la tierra, de barros embadurnado ya que no me hicieron de porcelana, mimético con el paisaje de torrentes y agua; me tronchó la realidad demasiado pronto sin poder huir para siempre a los paraísos literarios quedándome para encender velas en un tiempo de mártires sin demasiados santos. Del realismo carcelario quisieron que fuera su reo y yo siempre escapando, al fin, ahora que mis alas ya no remontan vuelos vuelvo a habitar la celda de al lado.

De lo sueños por un mundo mejor hicimos razones para vivir el presente, el de un mundo peor. Soportábamos éste por la conjetura de aquél. Lo hemos soñado a colores y en blanco y negro, mirado con las papelinas con que se miran los eclipses y tomándolo como un proyecto de destino seguro. Sigo soñándolo aunque no he parado de soñar razones por las que cada dia lo veo más lejos e improbable dada la falta de voluntad en un sistema infrahumano.

El horizonte es una línea óptica, en cuanto te acercas se desplaza más allá. De la utopía hice escuela y aprendí que hay dos clases de humanos los que creen en la fuerza de la voluntad para cambiar acontecimientos y los que se resignan a ellos en aras a la tradiciones incambiables. Me hice protagonista de las circunstancias y hasta me creí que el impacto de las acciones y las palabras cambiaban los hechos. Ahora sé que cada acto de rebelión puede ser manipulado en contra de su espíritu, que lo que queda de todo es una historiografía manipulando la historia y a los que seguimos soñando despiertos nos he dado el poema como testimonio y poco más.

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