La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

martes, 30 de noviembre de 2010

Los valores desvalorados

La ética es un plato de conceptos que no termina nunca de estar del todo cocinado. La ambivalencia de cada valor  que se traiga a colación, que se cite, enumere y enliste, complica el alcance de una conclusión terminada, por muchas declaraciones intermedias que se hagan a favor de unos principios fundamentales. Desde la Grecia antigua -de la que nos hicimos una imagen un tanto bucólica con sus pensadores dedicados a pensar- a la actualidad tras pasar por multitud de vericuetos históricos en los que se han trasegado palabras magnas dedicadas a las grandes convenciones- la concepción ética no parece que haya avanzado tanto. Arrastra un déficit conceptual y se ha banalizado a unos cuantos enunciados genéricos no tan lejanos de las morales tradicionales. Es difícil construir un cuerpo ético de carácter universal vinculante de todos los seres humanos porque no hay un consenso de la definición del Mal. Ante un malicioso ataque externo cargado de maldad si el atacado neutraliza al atacante resultando herido (o muerto) ¿de qué lado está el mal? En los disgustos sobre la guerra el cristianismo que inicialmente fue la cuna de una visión pacifista y no combativa contra la violencia del otro (pon la segunda mejilla) terminaría por defender teóricamente la guerra como salvoconducto de supervivencia frente a los adversarios. Agustín de Hipona no tuvo dudas en defenderla. Tomas de Aquino también hablo de la licitud del recurso a las armas. Un asunto es la defensa primera del principio de no a toda violencia y guerra que expresa técnicamente una negación al mal y otro es la supuesta perpetuidad incondicional de ese predicado.
Ha habido males no neutralizados a tiempo que se complican y convierten en mayores. Ese reconocimiento está detrás del esquema predominante de la guerra preventiva (que se viene potenciando desde este siglo) y el de pertrechar una sociedad maxicontrolada con el pretexto de que sea segura. Lo cierto es que la violencia no para de crecer y los actos malévolos se encadenan unos a otros. En el balance de los daños ¿dónde está la diferencia entre quien participa activa y conscientemente de un proceso de maldad y quien no quiere ver más allá de su inmediatez para que su conciencia no le atormente? En Good de  Vicente Amorim a partir de la obra de C.P.Taylor, el personaje protagonizado por Viggo Mortensen es el de un tipo apocado, un académico que acepta un cargo en las SS, por la vanidad que le representa ser vanagloriado por su obra escrita. Para cuando se da cuenta de la barbaridad genocida del partido nazi ya es demasiado tarde. La paradoja de esa historia es como un hombre bueno puede ser cómplice de una maquinaria de maldad. Es conocido como muchos intelectuales conservaron sus cargos en la Alemania del nacionalsocialismo acatando las ordenes del nuevo poder y algunos aceptando su ideario, entre otros Heideguer, cuya estupenda propuesta para lo que se dio en llamar existencialismo no lo exoneraría de su responsabilidad participativa.
Participar del mal no requiere como condición concurrente la consciencia total de estar al corriente de tal participación. De hecho, hay un vasto interregno entre esa conciencia total que no se acepta y una displicencia en el autoanálisis de las propias actitudes, no fuera a ser que el reconocimiento autocrítico de las implicaciones obligara a retirarse a tiempo. Las cosas se han complicado tanto que en la misma doble condición de productores y consumidores las extensas masas proletarias participan como cómplices directas de un sistema contra el que pelean por la vía del sindicalismo. Cualquier consumidor (todos pues, salvo los eremitas perdidos –si los hubiere- que se alimenten del jugos de raíces) en el acto de consumo ya puede estar participando de un proceso malévolo aunque no tenga la menor malicia. Comprar productos en occidente que han sido fabricados por manos de niños explotados es un ejemplo típico. El consumidor no sabe todo de aquel producto que se lleva a la mesa del comedor o a sus estanterías. Sucumbe ante su forma y su precio, valora su función, pero deja fuera de su reflexión quien lo hizo y bajo que focos de control tuvo que hacerlo.
Los valores en occidente están sellados por la potencia económica de alcanzarlo todo, sea lo que sea y a cualquier precio. Cursan y se entraman dentro de una parafernalia fraseológica de generalidades que mencionan lo del respeto, lo de la paz y la concordia, lo de la verdad, lo del amor…sin que todo esto tenga una fuerza vinculante suficiente para garantizar un mundo tranquilo. Lo más patético es que quien se alza como mal contra el otro no lo hace aceptando esa etiqueta ni su rol destructivo. Lo que para una mirada es destrucción para otra es regeneración, lo que para una valoración es genocidio para otra es limpieza étnica.
En el campo expresivo los valores pueden tratar de ser consensuados (de aquí que existan declaraciones universales contra las ejecuciones sumarias, la falta de libertad o la tortura) en el campo de las fuerzas reales en pugna, toda convención queda en suspenso ante la emergencia de necesidades nacionales así catalizados por los estados al mando (sigue el ilegal campo de concentración en Guantánamo o la guerra contra Afganistán).

El mal no empezó con las armas de fuego ni siquiera con la quijada de Cain contra su hermano, si acudimos a la leyenda. El acto físico de fuerza contra otro ser es la consecuencia de una actitud dotada para ese ataque. Es la actitud la que hace la aptitud o crea una potencia de lucha. No falta quien ha encontrado y quiere encontrar  en las gestas de las armas una excusa para su gloria personal. Goethe interpelado por Napoleón le preguntó, éste,  por qué se empeñaba en seguir escribiendo dramas, cuando la verdadera tragedia estaba en la política. Son conocidos los delirios de grandeza que han llevado a la picota o a la muerte a millones de personas por la satisfacción de egos superlativos. Grandes gestas que han pasado como la extensión del mundo civilizado a las geografías de los bárbaros  como el expansionismo de Grecia con Alejandro el Magno se encontraron con sofisticaciones que les superaban. A más de 2mil años la cultura occidental sigue participando de un mal cultural al creer que la cuna de la civilización empezó en el mediterráneo desestimando el saber de otras latitudes. Esa cultura está anclada desde sus orígenes en aspiraciones invasivas sustentadas en la falsa presunción de la inferioridad de otros pueblos o razas. ¿de qué otro modo se hubiera armado el mal sino con la convicción de que aquello a lo que atacaban era peor? El esquema sigue prevaleciendo.
La relatividad de los factores hirientes lleva a posicionamientos totalmente opuestos cada uno de ellos amparándose por su lado con su bandera moralista particular. Vamos a poner a prueba un enunciado clásico en relación al respeto a la vida: matar está mal y por consiguiente tiene que ser reconvenida la conducta que mata. ¿Estamos de acuerdo en eso? Si ese enunciado genérico satisface suficientemente las culturas que se autosuponen progresistas, de él se deriva que la mayoría de humanos somos malignos en tanto que participamos de la mortandad de seres vivos seamos o no directamente sus matarifes. Se puede objetar que el predicado se refiere solo a no matar humanos. Okay, prosigamos: si matar a humanos está mal, todos los soldados que disparan para defender su país de una invasión extranjera o todos los que matan en defensa propia ante sus agresores, son malignos. No hay que desarrollar demasiado esa línea para entender rápidamente que todas las muertes son distintas y cada acto de matar lo es a su manera y por sus razones desplegando una casuística que necesita algo más que un código único para ser comprendida en toda su  amplitud. Pero la muerte que pasa por quitar a la fuerza la vida de otro no se reduce a la escena del disparo o del asesinato. Hay formas indirectas que producen ,muertes y cuyos responsables pasan por ser los señores impecables de grandes negocios. ¿Quién es peor, quien trafica con armas o quien las emplea; quien pone a circulación drogas o quien se violencia durante un episodio de crisis de abstinencia, quien hace de prostituta para pagar su deuda con la mafia que la ha esclavizado o su proxeneta? El tráfico de armas, drogas y mujeres (por este orden) son los negocios que más dinero mueve en el mundo pero si existen como negocios es porque en cada uno no faltan clientes. En última instancia toda la pirámide de lo maligno descansa en el consentimiento, la ignorancia y la negligencia de cada tipo exiguo que con su consumo parcial o su adhesión a una práctica mueve la enorme maquinaria de una sociedad peligrosa y peligrosamente alienada.
 Deducir que una discusión sobre ética ampara todas las elecciones personales posibles habrá tenido en cuenta mas su cancha relativista que no sus pautas prohibicionistas. Las civilizaciones se han consolidado sobre la base de represiones (el totemismo ya las instauró) concretadas en inhibiciones tácitas y en códigos de prohibiciones expresas  mientras que la libertad ética quiere colocar en la sede de cada individuo soberano, recreado sobre la base de su educación en la responsabilidad, su capacidad para las elecciones maduras. Sin embargo venimos asistiendo a un fracaso de la pedagogía aplicada. Por si misma la sociedad no evoluciona y por otro lado a los individuos nos disgusta ser prohibidos apelando a que se confíe en nosotros.  A la ética más y mejor elaborada le toca concretarse en códigos limitativos. La denominación semántica del límite pasa por la negación, por un no-hacer. Quien no ha aprendido a interiorizarlo en su praxis conductual otro (más sabio y con más poder) se lo va a imponer. Ese no es el problema, el problema es quien detenta el poder imponga, con esa excusa, las limitaciones a la libertad y a la creatividad y en suma a la autorrealización humana.
Mientras la ética espontánea no se universalice, (entendida esta como la revaloración y adaptación de los valores que más han demostrado sustentar la felicidad) los códigos represivos no solo continuarán sino que aumentarán. Al hablar de represión (impuesta o autoinducida) y de códigos prohibitivos es que se está partiendo de la interpretación de un ser humano incompetente que necesita ser limitado. Esa fue y sigue siendo la tesis privilegiada de las tiranías de distintas clases que, como sabemos y la historia ha demostrado, colocó en el desprecio creativo de los demás el argumento a favor de un caudillo o furher  Es un tema sumamente delicado ya que puede cargar de argumentos las artillerías de un nuevo fascismo. Mientras un individuo por su propia cuenta no sepa manejarse en sus interacciones con los demás, los demás –o sus representantes- deben reconducirlo para que no sea un peligro público. Es así que el código de tráfico (mucho más desarrollado que los códigos cívicos) establece sin ningun género de dudas las señales de prohibiciones explicitas, claramente separadas y no negociables, de las informativas y las sugerentes. Eso no pasa de pautar la coexistencia pacífica que al menos deja a salvo los comportamientos correctos de la lesividad potencial de los incorrectos. No será hasta la  superación de la noción de individuo neutralizado en sus desmanes por un lado y la del individuo protegido por su desamparo por el estado que se podrá hablar de un sujeto perfectible colocado en un proceso de evolución, esta vez sí, hacia su paz. A Mary Schelley con su relato Frankestein: el Prometeo moderno, se le atribuye el nacimiento de la neuroética. (había leído a Erasmus Darwin sobre la creación de la vida artificial). Su tesis es que la perfectibilidad del hombre da lugar a un monstruo. El monstruo todavía no ha sido superado, por eso la imaginería humana busca desculpabilizarse buscando la monstruosidad en otros que ya no pertenecen a la especie: desde zombies a la leyenda del King Kong que se reversiona de otras maneras. Convertirse en espectadores de un mal como otra forma de consumo puesto en las pantallas (cine de terror, realities shows, inventarios de sucesos criminales,…) aliena sobre los actos de protagonismo propio con el mal. Hay historias del siglo pasado que aun no han sido totalmente analizadas ni sus criminales depurados. De lo sucedido en Camboya se refiere como la historia de un crimen olvidado[1]. Algo semejante se puede decir de todos los países que van dejando pasar generaciones sin que haya habido reconocimientos de culpas y responsabilidades históricas en el crimen y sin la presión de la justicia para juzgar y condenar a los culpables.
La discusión sobre ética es tanto más fácil cuanto más teórica es y mas distancia (desde la sala de reuniones o la academia) toma con el crimen en directo. Ante la figura maligna, el criminal, el sujeto antiético, el humano anti-persona; además del encomio de una solicitud ingenua: “no vuelvas a hacerlo nunca más” toca imponer algún tipo de garantía para que su crimen no se repita. La relación entre un crimen consumado y la falta de valores en la estructura psíquica de personalidad del criminal está demostrada. La chica que unos diez años después de ser descubierta como asesina de su bebé enterrada dentro de una maleta (y por cierto con toda clase de pistas para ser localizada) confiesa que lo hizo por sentirse agobiada qué clase de individuo es: ¿cómo volver a aceptarla como un miembro de pleno derecho de la sociedad? Además de ser reeducada en valores humanos (aceptemos que hay hijos de humanos de la tierra que no son ni aspiran a ser personas) debería consagrar 50 o 60 años posteriores a trabajar en la reparación de su conducta.
El discurso protoético es bastante más que una jerigonza filotemática del asunto que nos trae. Las palabras no son naderías y los principios no pasan por relinchar como si eso fuera una garantía de su cumplimiento. El combate contra la sinrazón está lejos de terminar y un mundo de personas está en proceso de diseño conceptual todavía. A diario hay noticias de faltas éticas además de transgresiones a la lógica y a los comportamientos correctos. Lo peor es que a diario sigue habiendo maneras opuestas de calificar cada hecho, cada acto y cada comportamiento. Los valores están apuntados, dichos y repetidos hasta la saciedad, de la que la cultura es deficitaria es de su revaloración y reactualización.


[1] Saloth Sar (Pol Pot) detentó el poder durante 44 meses que dejo un saldo de 2millones de muertos en Camboya.

El telegrama diario

La complejidad de cada día no está en la franja temporalizada de las 24 horas que supone tanto como en la psique individual de quien lo vive. Su verdad en cuanto a comportamiento computable se resume en unas cuantas líneas. Hacerlo no cuesta tanto. No cuesta prácticamente nada y deja un reguero de datos de los que echar mano siempre que se necesite recordar lo que se hizo. Leerlos de corrido pude dar la impresión d haber hecho más de lo que realmente se hizo pero también de no haber hecho lo que se debía hacer. Un hecho no es más que un acto que puede implicar unos segundos o unas horas. No es tan trascendental su envergadura en cuanto arto concreto implicado como su significado representativo. No todos los actos, claro está, son referibles. Hay actos biológicos supuestos que no merecen ser  apuntados. Los que realmente interesan son los volitivos. Los actos que forman parte de una lista de deseos y de dinámicas sino siempre asumidas, sí importantes para las que forman parte de un plan personal. En el telegrama diario el que da cuenta de sí mismo se encuentra con unas cuantas cosas que lo expresan y caracterizan, lo confirman como sujeto que se autoelige como tal. Difícilmente  de un día entero se pueden apuntar más de una docena de cosas significativas por ordinarias que sean por mucho que un día en la vida de alguien pueda arrojar tal riqueza de detalles con los que poder escribir un libro voluminoso.
De acuerdo con consejos bienintencionados cada día hay que tomarlo como el primero de los siguientes y siempre como un espacio temporal único e induplicable. A pesar de eso la temporalidad tiende a convertirse en un marco ritualístico cuando la repetición de lugares y actos hace que impere la fórmula regulada por encima de la espontaneidad de lo imprevisto. A fin de cuentas como sujeto diario sigo un programa, mi propio plan. Lo que no hago en un día lo hago en dos o en varios. Cada año aumenta el marco de oportunidades junto a los anteriores acumulados para seguir aquellos deseos que empezaron a realizarse desde antes pero aun no se cumplieron del todo. Vivir una vida al completo es vivirla de acuerdo con lo que se desea hacer en ella. Los días se llenan de unos actos u otros en función de ese criterio rector.
El día es una unidad de tiempo y la vida se compone de días. Toca vivirlos con resolución. Es necesaria mucha libertad para eso. Quien vive temeroso de sí mismo y de lo que pueda hacer no será nunca libre, esa es una idea de Horacio pero confirmada a lo largo de la historia del pensamiento por otras muchas autorizadas voces.
En la auto observación de mi mismo tomaría el consejo de Kant por mi criterio de vida: el de obrar siempre de tal manera que la propia conducta pueda servir de principio de una legislación universal; si no fuera porque los actos diarios vienen determinados por varias circunstancias y no puedo tomarlos invariablemente como modelos a seguir por todos.
En el telegrama diario en ocasiones no puedo decir más de media docenas de cosas mínimamente relevantes. Cada año es más parecido al anterior en hábitos de vida. Mi biografía se llena de ritos: paseos, escritura, conversaciones, lecturas, algunas infos. Benjamín Franklin dijo que invertir en conocimientos es lo que produce los mayores intereses. Sí, estoy de acuerdo en eso, pero mis réditos materiales aunque cubren mis necesidades logísticas siguen siendo escasos. No pasaré a la historia por ser el hombre más rico del mundo, ni siquiera de mi continente, tampoco de mi país o de mi localidad. Tampoco podrá decirse que lo sea del grupo de mi clase. En cambio podría batirme verbalmente sin sonrojo con cualquiera, también con el más glorioso o el más rico, de tú a tú, en la desnudez de los títulos y con los verbos por todo recurso. No es mi glorificación lo que puedo esperar de mí. La gloria es un veneno que hay que tomar a pequeñas dosis dijo Honoré de Balzac. Tampoco  es mi intención alcanzar un caché que yo no pagaría en otro. Cada año lo paso sumando actos a los actos realizados en anteriores años. Hay pues una parte de repetición. Otra parte de innovaciones dadas por nuevas geografías y nuevas experiencias. En tercer lugar hay un aumento de mi mismo en mis elecciones. Inevitablemente cada año sé y tengo más cosas que el anterior.

La vida en ítemes.

La vida en ítemes.S.MARASELVA
En el 2005 construí un tercer diario telegráfico. El criterio de apuntar los ítemes por día resulta muy sencillo de llevar a término. Sin apenas dedicar demasiado esfuerzo se convierte en un poderoso instrumento auxiliar de la memoria personal. Permite precisar dos tipos de datos cruciales para una cosa: el día y el lugar. Antes de hacer las rectificaciones formales de un diario ya está llamando a las puertas el siguiente año para continuar con el próximo. El conjunto de todos los que pueda hacer, no sé si 5, 10, 15 o 20, no serán más que un solo libro de referencias para ubicar rápidamente donde estuve y que hice determinado día de determinado año. No tengo ninguna vergüenza en declarar que escribo este tipo de texto que sirve como plus de recuerdo, o más exactamente como comprobación del recuerdo.

Me sorprendo a mi mismo con mi pérdida de capacidad para recordar detalles que pasan por mi vida, no me refiero solo a los detalles secundarios, también a los principales. También me sorprendo que algunas de las cosas se me pasen por alto sin tener necesidad de consignarlas. En principio el diario telegráfico contiene o ha de contener lo que llena cada día, incluyendo algunas rutinas que considero significativas, tales como práctica sexual, comidas compartidas, visitas, elaboraciones o lecturas. Un ítem sigue siendo un enunciado de algo que no es explicado por él mismo. Algunos siguen pidiendo la interpretación que probablemente se encontrará en otra parte. Un ser humano es una cantera de ítemes. Su vida, por reglada, anodina y repetitiva que sea, no deja de producir ítemes diarios nunca exactamente iguales a los del día anterior y a los del día posterior aunque sus horarios no varíes y sus actividades sean las mismas ocupaciones.
Para mi caso las variables que he dejado entrar en mi vida han hecho más y más necesario un instrumento de este tipo. Sé de mucha gente que se acoge a hacerlo en épocas determinadas  del año tales como los periodos de vacaciones o viajes en los que su rutina habitual da paso a anécdotas y secuencias distintas. El diario de ítemes no es más que un diario de enunciados de actos. La interpretación, hay que repetirlo, queda para otro tipo de discurso. Un diario escueto como este menciona ítemes reiterativos y otros exclusivamente temporales. No es un documento definitivo para sacar conclusiones de ninguna clase. En todo caso hay que compararlo con los de otros años para deducir los factores recurrentes de mi perfil, las variables puntuales y, lo que es más importante, las ausencias o faltas de actos que pueden estar dentro del deseo pero no insertados en la realidad personal.

Los ítemes son fundamentalmente de hechos realizados pero también pueden estar incluidas decisiones o criterios tomados para producir actos pendientes.

Con la experiencia de tres años en su ejercicio empiezo a notar sus beneficios intelectuales y psicológicos. Me arrepiento en cierta manera de no haberlo empezado antes. Los 40 hubiera sido una mejor edad para empezarlo en lugar de esperar a hacerlo a partir de los 50. De hecho lo tomo como un instrumento recomendable para cualquier edad que necesite un sujeto compararse consigo mismo sin ninguna decoración literaria ni justificación argumentativa porque hace lo que hace y ha dejado de hacer lo que no ha hecho.
Un diario telegráfico no tiene género de adscripción. Es algo que está a caballo entre un bloc de notas y una agenda dietario. No puede dar lugar a un libro, ni siquiera es sugerente para hacer una lectura reconfortante. Al contrario, la repetición de ítemes puede desestimarla. No sé si puede servir a alguien más que a quien lo escribe para sí mismo o para su biógrafo, en el supuesto de que lo haya alguna vez. Cuando alguna vez he  mencionado su posibilidad o ha sido descrita su idea como hipótesis imaginaria, la de apuntar todo lo que se hace cada día, llevando pues la contabilidad de los hechos personales, había sido desde el escarnio. Ahora creo que si un adulto pudiera disponer de un diario telegráfico de toda su vida desde los primeros años de conciencia de sus actos, todas las disrupciones mentales que experimenta su conciencia sobre su propia biografía  podrían ser resueltas. Dicho de otra manera, sus posibilidades de autoengaño se reducirían enormemente. Un diario telegráfico enfrenta a su autor a hechos concretos, si no todos los que llenan el tiempo de los días, le gusten o no le gusten, teniendo que reconocerlos como suyos por haberlos descrito. Un hecho es el que es, guste o no guste a su actor.

Los memoriales y las autobiografías pueden valerse de ese instrumento de primera fuente como de ningún otro. Me he preguntado porque no se hace y porque llegué por mi mismo sin ninguna sugerencia de nadie a decidirlo hacerlo. Me temo que un diario telegráfico a diferencia de un diario descriptivo es que el primero es una representación casi en registro binario del individuo, es su verdad de grises. Mientras que el diario descriptivo puede mezclar deseos con hechos, hipótesis con demostraciones y hablar de futuros y pasados, el telegráfico habla del presente estricto, prácticamente de la instantaneidad. El diarista se enfrenta a lo que es, es decir a lo que no es, a lo que no ha hecho, a lo que no puede referir, a lo que no se presenta. La mayoría de días se llenan de curiosidades ordinarias. Hay una razón para no hacer un diario de este tipo: no enfrentarse al yo autentico. Temerlo en su condición ordinaria. He tratado de librarme de este miedo. En realidad no lo he considerado o no lo he percibido como si me afectara. El que teme padecer padece ya lo que teme,  nos dijo Montaigne. Un instrumento como el diario de detalles es facilitar el autoestudio de lo que se es en un mundo en el que se está dejando este como referencia difusa de fondo y colocando los actos personales como la primera actuación. El proverbial Séneca recomendó estudiar no para saber más sino para saberlo mejor. Junto a la Autoanalítica, a los Diarios Personales, a la Crónica del Self, a los Anecdotarios, a los Retratos en Vivo y a otras expresiones de las Crónicas en las que vengo escribiendo y abundando; los diarios telegráficos tal vez sean los más legítimos para evidenciar lo que soy en todo caso para exponer inequívocamente lo que he sido. El telegrama esencializa un dato olvidándose de toda estética para enmascararlo.

Cuando escribo acerca de mí, de lo que vivo y de lo que comparto, y en particular cuando me hago notas me veo repartido en distintas formas relacionales y creacionales. Estoy avisado por mi propia experiencia que la libertad personal se paga cara: con las durezas del aislamiento. Carme Diez de Ribera dijo, entre otras voces consideradas, que la soledad es el precio de la libertad. A pesar de eso mi década de los cincuenta, ésta, continua –diariamente- compartida. Soy un hombre feliz o suficientemente feliz con todo lo que necesito en cuanto a sentimentalidad cubierto, pero eternamente distanciado de los deseos sublimes de un mundo que nunca veré. El DT, siempre que evidentemente quien lo escriba no ponga mentiras en lugar de hechos, es un documento potencial de demostración de la misma categoría o semejante que las cartas personales sinceras.  Es el lugar que te permite acudir a un momento dado para saber lo que hiciste y donde estuviste. Baltasar Gracián dijo que saber y saberlo demostrar es valer dos veces. 

lunes, 29 de noviembre de 2010

La imposibilidad de la unificación perceptiva.

La imposibilidad de la unificación perceptiva para todo.JesRICART
Para maximizar la unificación perceptiva del mismo objeto, la propuesta de su matematización (desglosar en representaciones numéricas las unidades de las que se componga) tendría por efecto inmediato su elitismo, con lo cual no se ganaría gran cosa al no reducir la variabilidad interpretativa de una mayoría que se abstuviera en meterse en esta clase de cabalística. Eso hace que la multitud de discursos y de relatos sobre los hechos compartan/mos las jaulas de grillos y las ollas de las cocciones de teorías y análisis sin alcanzar nunca del todo conclusiones definitivas. No tenerlas parece a primera vista  una catástrofe para la unidad pero se puede ver al revés: una rica  contribución a la diversidad y a la multiplicidad de estímulos (aunque así nunca hubiéramos levantado pirámides ni  otras virguerías de la ingeniería) Un mismo input reestimula de manera diferente, lo que aún siendo el mismo objeto toca reconceptuarlo como un potencial multiestimulario.(el zapato de mujer de tacón es un fetiche altamente apreciado por los fetichistas sin pasar de ser un zapato para los no fetichistas).
La propuesta matemática para la interpretación del universo y todo lo que contiene es un intento para construir definiciones estables de las que no se deriven lecturas erróneas. El libro de geometría de Euclides de Alejandría (del que por cierto no está establecida con seguridad su biografía no sabiéndose si se trataba de un equipo de matemáticos, tomando el nombre genérico de Euclides de Megara, que había vivido unos cien años antes) Los elementos,  todavía sigue usándose. Considerada como  una obra científica de amplia reputación legada por la antigüedad griega. La importancia de la geometría y por tanto de sus expresiones numéricas en la antigüedad no ha sido superada por la actualidad, más bien al contrario. El anumerismo y la fobia matemática es una de las pandemias que coexiste en todos los medios estudiantiles mientras se van siguiendo los programas de estudio. En el frontón de la escuela platónica se advertía que no entrara nadie que no fuera geómetra. Si ahora nos encontráramos con un cartel equivalente a la entrada de conferencias en centros astronómicos o en espacios de filosofía nos alarmaríamos y el aviso sería considerado como discriminatorio.
Hay la noción de una geometría sagrada, planteada por el  gnosticismo y el esoterismo, que establece una conexión entre la matemática y la geometría y la espiritualidad y otros conceptos místicos. Hay una sutilidad del saber o la aspiración de un saber a la sutilidad que no queda al alcance de los estudios formativos que no van más allá del conocimiento socialmente requerible.
El mundo perceptivo de lo humano va mas allá de todo lo que contiene el planeta que habita. Desde los cuerpos celestes  más lejanos a los objetos diseñados más próximos todos forman parte del universo percibido.
 A diferencia de lo preexistente a la mano y voluntad humanas, el diseño de algo nuevo, de un objeto a crear o construir contempla  4 componentes: lo práctico (su función), lo visual (su imagen), lo relacional (su referencialidad) y lo conceptual (su significante). Dependiendo de la intensidad de cada uno de estos componentes se puede estimar si lo que predomina es el pragmatismo, lo icónico, lo proyectivo o lo filosófico. La actitud de sujeto ante lo que le rodea es una u otra según el imperio en su psique de cada uno de esos componentes. El mundo de las formas y de los hechos está tanto más estropeado cuando lo icónico predomina oir encima de lo funcional y lo relacionario por encima de lo esencial. Una no despreciable cantidad de objetos de los que nos rodeamos son elegidos por su imagen, es decir por su simulacro, no por su verdad  contrastada.
Establecido que un objeto -con un conjunto de propiedades estables-  impacta formando cuadros sensoriales diferentes dando lugar a interpretaciones distintas ,también cabe añadir que da lugar a tantos otros diferentes objetos  proyectados  según las proyecciones a las que se le someta. Un cilindro suspendido en el espacio con dos proyectores de luz  perpendiculares a ese cilindro desde dos de sus lados da lugar en dos pantallas que formen un Angulo de 90 grados entre si, a un circulo y a un cuadrado rectángulo(si la altura del cilindro es superior al diámetro de sus bases). Daria lugar a tantas mas formas icónicas a cuantos distintos enfoques de luz se sometiera. Tenemos que un objeto tridimensional se desglosa en estos dos (y un número mayor según fuera mayor la cantidad de eso otros haces de luz) objetos bidimensionales. Interpretativamente, un objeto no es menos objeto por el hecho de que en tanto que  imágenes proyectadas desaparezcan sin el recibo de luz del objeto proyectado del que dependan. Son objetos de distintas categorías: la vida efímera o intermitenente  de uno depende de la luz mientras que la vida menos efímera del otro se extinguiría con la destrucción de la composición que ensambla sus partes. Este criterio perceptivo es de enrome utilidad para entender el mecanismo de la sensibilidad y por extensión el de la sentimentalidad. No inferiré que una figura como recuerdo (imágenes) permanece mas allá de su proyección (convivencialidad y experiencias  con el individuo físico presencial) por una incapacidad en recodificarla para que se desvanezca tranquilamente pero sí ocupando un espacio que impide ser usado por otras. El cerebro como receptáculo de retroproyecciones no admite el solapamientos de múltiples imágenes que se distorsionan entre sí, análogamente en la sala de proyecciones para el experimento si junto a este cilindro colocamos otros muchos objetos físicos(una pirámide, un caja de cd y una estilográfica o cualesquiera otros que se elijan) las imágenes proyectadas no permiten distinguir cuales son los objetos origen con los que se forman. ¿el cerebro no es más que  las paredes de una habitación? No, estoy seguro que es mucho más, pero por lo que hace a retentiva de imágenes como objetos no reestimulados por los físicos de ellas , tienden a ocupar un espacio que exclusivizan y que no son mezcladas, de serlo tienden a desdibujarse, hasta llegar a extinguirse por completo. No conocemos el mecanismo nervioso por el cual unas imágenes se conservan a perpetuidad parece  (y los sueños las devuelven una y otra vez aunque pasen años de por medio sin que aparezcan) y otras quedan circunscritas a una época pasada y ya no vuelven jamás. Una tesis es que el saber sí ocupa lugar (en contra de la frase tópica que dice lo contrario) y el espacio se re administra relegando lo mas innecesario frente a lo que es más necesario. La retención de un objeto y su permanencia mayor o menor en el tiempo biográfico depende de la significación emocional vigente que aquel tuviera (hay que repetir una vez más, lo mismo con las cosas que con las personas). Además la toma de posición ante un objeto (la actitud más receptiva o menos) depende de la inferencia (a menudo ocultando un pre-juicio) que se haga desde antes de que exista la oportunidad de estudiarla, auditarla o encajarla.  Eso queda demostrado por las faltas perceptivas sistemáticas que sabotean la información de la realidad: la de mirar y no ver, la de estar y no sentir, la de coincidir y no encontrarse, la de andar y no ir, la de desear y no amar, la de hablar y no decir, la de oir y no escuchar, la de recibir y no entender.
Además del sistema perceptivo se necesita una gran capacidad imaginativa para (re)construir el mundo mentalmente de acuerdo a lo que pueda dar más de sí, no aceptándole en sus límites instaurados por visiones estériles de escasa fuerza de voluntad. Mircea Eliade en La nostalgia de los Orígenes  refiere la dificultad de funcionamiento de lo imaginario en el espíritu humano sin la convicción de la existencia de algo irremediablemente real en el mundo. Para traducir verbalmente el significado ultimo de un  objeto (y todos, incluidos los lenguajes artísticos como la danza, la pintura, la escultura  o la música, son pasados por el lenguaje verbal) se necesita algo más que afinar la percepción, se necesita repasar los criterios interpretativos determinados por  los conceptos de forma y de esencia. Sin imaginario que vaya más allá de la dimensión realista de un volumen o de una imagen o de una idea, la posibilidad de entender un objeto  totalmente (pasándolo  a formar parte de uno e incluso personalizándolo con uno como parte de él) queda cerrada.
La percepción de algo está sumamente comprometida con su intelección (entenderlo) y esta intelección con el cálculo de sus componentes. El acto perceptivo que aparentemente es instantáneo remite a un conjunto de operaciones que empiezan con el sistema nervioso periférico y terminan en el sistema central según el material endógeno que se tiene sobre aquel algo percibido. El resultado es siempre una impresión u otra no por el objeto mismo sino por las mentes condicionadas.

sábado, 27 de noviembre de 2010

¿Es posible la rehabilitación de un asesino?


¿Es posible la rehabilitación de un/los asesino/s?JesRICART

Dentro del vasto campo de la criminalidad la figura del asesino es particularmente destructiva por la característica de la irreparabilidad de su crimen (los muertos no son resucitados) por mucho que cumpla una cadena -incluso perpetua- o, en el caso de otros países, por mucho que se le ejecute. Las culturas que se estiman a sí mismas como avanzadas, han optado por excluir la pena de muerte dentro de las recetas de castigo y las que todavía no lo han hecho no han demostrado estadísticamente que tal pena sea tan disuasoria como para que no haya asesinos o se reduzcan en número. La triste certeza es que estos existen y todo indica que seguirán existiendo. La sociedad de la violencia es propiciatoria para ello, en cuanto  criminógena y los individuos caracterialmente más débiles o psicológicamente más inestables incapaces de razonar situaciones  son propensos a protagonizar actos físicos destructivos. A parte de este grupo, está el grupo de asesinos profesionales que cobran por matar o lo hacen por un ideario político sin que tengan ninguna conexión personal con sus víctimas.

Aunque se trate de distintas categorías, los asesinos son tipos a neutralizar para que no repitan su disposición a matar, matando a otros. Esa neutralización se concreta en encierros penitenciarios de largo plazo (que se están extremando al cumplimiento de condenas en su totalidad sin opción a reducciones) pero no en rehabilitaciones psico-sociales para reintegrar a esos humanos a la sociedad sin el fantasma de su peligrosidad.

El tiempo penitenciario de un recluso es una carga considerable para el sistema (habría que calcular lo que paga cada contribuyente por la vía de los impuestos para el mantenimiento de las penitenciarías y sus huéspedes, además del porcentaje para todo el mantenimiento de toda la judicatura y los cuerpos represivos) sin ninguna garantía de rehabilitación. Al contrario, hay reclusos que toman sus estancias penales como sus universidades especializadas, puestas por el estado ,para aprender más del mundo del crimen.

El problema de la cultura humanista que respeta la vida del reo por encima de todo y por horrendos que hayan sido sus crímenes es que no respeta a la sociedad herida por aquél. Está pendiente reconsiderar las opciones de un reo para reparar de facto los daños ocasionados a la sociedad como condición sine qua non y demostrativa de su rehabilitación. Ese enfoque cambiaría el propio sentido de la pena cuestionando las estanqueidad del código penal.

El asesino confeso y demostrado que matara por un trastorno transitorio de enajenación o por una estructura de carácter agresivo o por una discusión violenta con resultado de muerte no planeada (cada una de estas tres posibilidades ya proporciona tipologías diferentes) no solo debería estar emplazado a solicitar perdón por lo que hiciera sino a trabajar en el mismo campo donde lo hiciera como condición para la rehabilitación. Apartarlo de las consecuencias de su crimen aun implicado responsablemente en otras actividades dentro de la penitenciaría no es suficiente.

Como que dentro de la esfera de los asesinos concurre una heterogeneidad tal que impide valorar que estén hechos todos por el mismo patrón, hay una gran diferencia entre aquellos que estén dispuestos a la reparación (pagando a los afectados y a la sociedad de manera energética y colaboradora por el daño ocasionado) a aquellos otros que no lo están. Ha habido conocidos y documentados asesinos en la historia que han desarrollado otras habilidades creativas y que no se han ni siquiera avergonzado por su itinerario de actividades al servicio del mal. Tipos como Aribert Heim, el carnicero de Mauthausen. (médico de las SS, uno de los nazis más odiados del planeta que escondió en Egipto tras la guerra donde supuestamente murió sin tener que dar cuenta nunca ante la justicia por sus crímenes) hacen pensar que se puede vivir tras el crimen cambiando de aspecto y de identidad sin que el sentimiento de culpa impida vivir la vida hasta el final con una cierta tranquilidad. Los recursos psicológicos del criminal para sobreponerse (en el supuesto de que le abatiera) a su crimen incluso para olvidarlo todavía no son del todo conocidos. Posiblemente, el origen remoto del asesinato humano remita al principio de prevalencia del más fuerte. Según esa idea el asesino moderno no sería más que un vestigio de peleas a muerto de los ancestros que todo  aquel que estuviera fuera del clan era considerado como enemigo. El darwinismo social[1] está lejos de demostrar la evolución humana aunque sí demuestra la prevalencia del más fuerte. Si el chip del asesino es prevalecer por encima de su víctima y no tiene la menor sensibilidad para sentimentalizar la consecuencia de su daño su pronóstico de rehabilitación es escaso por no decir nulo.
Hasta que no haya  un plan de reparaciones a gran escala en distintos o todos los centros penitenciarios no se podrá hablar de rehabilitación. Por el momento las cárceles se han convertido en almacenes humanos de neutralización pero no de cura y en la industrialización de la pena estandarizada que no para de crecer a juzgar por el aumento de la población reclusa.
Teóricamente y con un plan adecuado, elaborado y supervisado con un enfoque psicoterapéutico que `priorizara la reparación al castigo mismo, un asesino podría aprender a gestionar sus emociones y a racionalizar sus procesos mentales. Es una hipótesis. Simplemente recluirlo no hace más que asegurar posponer su potencialidad criminal.
Un proyecto de ley bajo el parámetro de la reparación activa del reo para con el entorno de su víctima directa o para entornos parecidos de las victimas de otros, probablemente encontrará una resistencia en la misma sociedad. Sin embargo tratar con los asesinos convictos reformularía el tema a escala social desfantasmatizando el tema del mal como algo escondido tras unos muros, lo cual nunca es cierto del todo porque el mal pervive y se engendra en los mismos valores (y/o antivalores) del sistema. El concepto de reparación del asesino podría traducirse –según cada caso concreto- en la dedicación del resto de su biografía dedicada fundamentalmente a esa reparación y no solamente a una temporada testimonial. Eso habría que juzgarlo para cada situación con revaloraciones del caso para evaluar con baremos objetivos si la estructura vigilante pudiera aceptar devolver al reo a la sociedad con todos sus derechos legales restituidos.  



[1] (que tuvo por ideólogo a Herbert Spencer y que explicaría personajes consecuentes a su ley de prevalencia en magantes como John D Rokefeller)

viernes, 26 de noviembre de 2010

La experiencia subjetiva con el afuera

La experiencia subjetiva con el afuera.JesRICART

Efectivamente, la experiencia determina la percepción y no sólo a ésta sino que afecta profundamente a la inteligencia emocional y al mismo método de interpretación de lo que nos llega del afuera. Ese afuera no tiene unos límites tan evidentes; no es lo que está de la epidermis más allá, también incluye inoculaciones y entradas y hasta todo un superego (que podemos llamar presión social implícita) que nos habita. Según las experiencias interiorizadas y las enseñanzas adquiridas, los mismos hechos se interpretan de maneras distintas, incluso completamente opuestas. Eso sucede en procesos macros en los que puede estar implicado toda una cultura. Mientras unas viñetas (sobre Mahoma por ejemplo) son tomadas con jocosidad por unas culturas acostumbradas a reírse de sí mismas –de sus ídolos y tótemes desidolatrados- haciendo del humor una de las mejores inversiones en salud, otra cultura (la islámica, por supuesto) lo toma como una de las ofensas mas graves por la que es capaz de conjurarse y perjurar venganza eterna. Cuanto más multilateralizado sea un objeto (en el caso referido, un objeto temático) más lugar da a variaciones interpretativas y formas diferentes de uso, cuanto menos lo sea más se dogmatiza la relación con el mismo. Eso pasa con los objetos materiales y también con las personas tomadas como objetos-eje. La intocabilidad de muchos asuntos genera una fantasmática. Si con el bebé que ponemos a salvo de una fuente de calor que le puede dañar ¿Qué será lo preferible, dejar que su experiencia sensorial de dolor (siempre que no sea grave ni deje secuelas) lo aleccione o traumarlo con miles de veces repitiéndole la negación? La relación adulta con los objetos también es la de indagación aunque su riesgo pueda llegar a hacer mucho daño a la salud física y mental. La adicción a las drogas duras empieza como un tanteo sensorial con un juego para terminar en un consumo totalmente patológico

Las propiedades de un objeto son alteradas según sea el acto por el que es usado o se le utiliza. De hecho todo objeto pensado para una función puede acabar cumpliendo otra (la batería del coche que sirve para iluminar con la ayuda de unas pinzas una bombilla dentro del caserío no electrificado, el ordenador que sirve para organizar los propios archivos también puede ser instrumentado como monitor de televisión, el periódico que sirve para encender el fuego o la mesa del comedor que se usa para arreglar la jofaina de agua con que arreglar el pinchazo de la bici a pesar de las protestas de mamá) y según sea esa refuncionalización así será la experiencia interiorizada y la memoria del pasado y de los lugares simbólicos y prácticos que ocuparon los objetos en él.

Cuando hablamos de percepción estamos cometiendo un sesgo sistemático a no ser de que alguien nos haga caer en la cuenta de nuestro error, el de suponer que la única percepción posible es la antrópica a pesar de que de tarde en tarde se comente que otras especies animales perciben de maneras diferentes los mismos objetos y los infieren –si así se puede llamar- según otro tipo de valores (otro palabra monopolizada y exclusivizada al acervo humano de la que son excluidas otras formas vivas). El reconocimiento aplicado a las diferencias interespecies ha sido un gran paso a favor de la causa del desnarcisismo o desegocentrismo (si se admiten ambos neologismos) del ser humano que cree que nada reina por encima de su cuero cabelludo. Eso significa que el mundo percibido lo es de distintas maneras según los tipos de formas de vida que lo habitan y que tienen sensores para percibirlo. Tiene otra implicación además muy importante: las diferencias perceptivas entre individuos de la misma especie pueden llegar a ser tan distintas como las que guardan los de una especie y otra. Ahí están las sorprendentes capacidades de individuos no seriados con sistemas sensoriales tan poderosos que están muy por encima del promedio de su especie (pensemos en Grenouille el personaje que popularizó de P. Süsking). Las condiciones subjetivas son tan diferentes de un individuo a otro que las dificultades de establecer parámetros comunes a todos en cuanto a educar los sentidos o regular sus pautas de conducta tienden a fracasar. Desde distintas ámbitos se aboga por la personalización (una medicina personalizada, una dieta personalizada, un curriculum formativo personalizado, una actividad personalizada,…) dado el fracaso en tratar de forzar al acomodo cada sujeto al producto. Se empieza lenta y tímidamente a hacerlo al revés: crear el producto o servicio a la medida de quien lo necesita y no obligarle a que pase por el tubo de lo que hay. Al mismo tiempo el reclamo de una pedagogía social unitaria y universal es una constante. La educación es esto: una uniformización de actitudes ante unos mismos hechos. Hay otro lado de lo educativo que apunta a la excitación de la creatividad individual pero sin destruir los referentes comunes destilados por la historia que han demostrado su efectividad. El tipo educado sigue unas pautas cívicas según las cuales inhibe tendencias antisolidarias con el grupo.

Como que los planes de educación han venido fracasando en distintos ámbitos, al apelar a ella lo que se está haciendo es apelar a la hipótesis de una educación más operativa de lo que viene siendo. La educación incide e influye en el modo de entender el mundo y estiliza la sensorialidad en una determinada dirección. En definitiva se perciben las cosas como se perciben por la carga de condicionantes que se tienen incorporados. En ese sentido la ideología no está exenta de responsabilidad ante el mundo percibido.

Para desgracia colectiva la manufactura a gran escala y la producción industrializada coloca a los individuos de corte seriado en posicionamientos estandarizados de opiniones y formas interpretacionales, de aquí que se establezca una prototipicalidad. (los catalanes son así, los andaluces son de esta otra manera, los británicos son flemáticos o los africanos viven al día). Las opiniones estandarizadas que no se revisan a sí mismas están a un paso de los prejuicios. Del mismo modo la manera de percibir objetos de maneras dogmático invariables van en contra tanto de los objetos mismos como de los sujetos estancos que no ven más allá de la apariencia y no alcanzan a gozar sus ventajas. Detrás de una cinofobia se puede rastrear una mala experiencia mal interiorizada con perros. Se puede decir algo parecido en relación a todas las fobias. La aversión a un objeto tiene más que ver con las propiedades del sujeto que lo rechaza que no con las propiedades de ese objeto.

A veces sin que haya registro alguno de experiencias desagradables (o al menos sin que haya consciencia de ellas) se tienen disposiciones a favor o indisposiciones en contra de aspectos o formas ante las que se tiende a excluir. En esos casos habrá que revisar los ámbitos de influencia y la entrada de imputs (infos o entradas informativas) que hayan condicionado esas actitudes. También puede suceder que una intuición salve al sujeto de mezclarse con un objeto de la realidad de un potencial peligroso no visible y gracias a ella salve la vida o se salve de una desgracia. Las intuiciones tienen más que ver con la PES (la extrasensorial) que no con los sentidos conocidos, aunque no haya estudios que la midan o hayan intentado medirla. Lo que sabemos de la potencialidad humana es que es superior a la que demuestra y a la que se le reconoce. Dentro de esta potencialidad hay todo un conocimiento pre científico y pos científico en el que la aproximación intuitiva al saber de la que alguien está al corriente que la tiene no lo está como para podérsela explicar porque la tiene.

Cualquier objeto de cualquier tipo viene con una cancha de variabilidad tal que solo en condiciones de laboratorio controlándolo en el menor detalle se puede decir que se trate del mismo objeto para todos los sujetos. En la realidad la misma cosa recibe miradas diferentes por posicionamientos angulares distintos de quienes la observan. De ahí la necesidad de dos o más observadores para acordar conclusiones más fiables. De cada objeto observado cuantas más observaciones reciba de una diversidad de observadores valorándolo igual más objetivado queda. Como sabemos la discrepancia de visiones ante unos mismos hechos es de tal magnitud que el acuerdo total y absoluto sobre algo es más la excepción que la norma. Aún así hay unos umbrales de percepción que son mayoritarios y otros fuera de lo común que van desde la intuición genial o excepcional a las alucinaciones y delirios. Una intuición puede entender como una forma perceptiva no ordinaria con sensores no descritos. Un gato se inquieta ante una actividad sísmica antes que un sismógrafo o intuye la llegada a casa de uno de sus habitantes antes que el ascensor haga ruido alguno y su pareja se entere. En la intuición concurre una sensibilidad que coadyuva un pre conocimiento sin que haya por ahora una explicación científica, ni siquiera racional, de por qué ocurre.

Toda la información que se tiene de algo percibido no captura la totalidad de sus propiedades hasta que no es investigado. Como que las diferentes percepciones de los objetos y de los hechos parten de distintas cuotas de información los resultados interpretativos son múltiples. Predomina una compresibilidad de las informaciones reunidas que permita salir del paso en una elección o rechazo de una cosa o en una conversación que la refiera, es por eso que la injusticia interpretativa es un continuum en los posicionamientos humanos. La previsión es que siga mientras el lenguaje no sea protegido frente a la pervertibilidad que sufre. Lo que pasa ante una cesión de propiedad que puede ser decomisada al enfiteuta por no cumplir con el acuerdo de uso directo, también podría traspolarse al hablante privándole del uso de palabras que no sabe usar y al mal usarlas estropea indirecta aunque sea involuntariamente la lengua comunitaria. Como eso choca frontalmente con la libertad de expresión, en aras a ella se permite cualquier expresión en contra de la libertad y la creación (que incluye la del lenguaje).

Con la identificación con los objetos del afuera y el lenguaje como uno de ellos, el ser deja de ser fronterizo con esa externalidad para pasar a ser parte de ella o ella parte de él. Así como un objeto fotocrómico varia de aspecto según la intensidad lumínica, la mirada subjetiva también lo hace variar en función del sujeto perceptivo.

La necesidad más psicológica que para la propia ciencia de tener certezas absolutas para todo ha llevado a la cultura humana a pontificar verdades que se demostraron no ser tales. Algo parecido pasa en el campo de la percepción: pontificar cada fenómeno de una sola manera cuando continuamente el habla -que sigue siendo el principal instrumento de comunicación y lectura sobre las cosas- pasa por las distorsiones y las tergiversaciones. Las ojeadas al afuera informan de hechos que solo existen en la mente subjetiva. De alguien se puede decir injustamente que es un tipo poluto ignorando que se trata del operario que trasiega con materiales sucios o que un claustro reunido es una cuchipanda porque alguien ha contado una ocurrencia que hace reír a los demás mientras comen canapés. Las apariencias engañan (no debe haber una frase tan corta y sinóptica de que como es nuestro mundo con esta) y sobre todo engañan porque antes y por encima de cada situación está ya instaurada una prelación con los hechos o con sus protagonistas.

En lugar de pensar que los objetos existen y están establecidos siempre de la misma manera cumpliendo las mismas funciones debería pensarse en la reintelectualización renovada con ellos. Gianni Rodari dice que debería aceptarse cada nuevo niño como un hecho nuevo con el cual el mundo vuelve empezar cada vez a partir de cero. Parece una exageración, lo es, pero concede la maravillosa oportunidad a que cada nuevo percibiente perciba el mundo en el que ha sido parido a que lo reinvente en lugar de tomarlo como una –evidentemente falsa- realidad unívoca. La misma cosa del afuera ha sido interpretada a lo largo de los milenios de manera distinta por nuestros congéneres, lo mismo que sigue siéndolo entre los sofisticados humanos de la actualidad.

Ante el estímulo que provoca una reacción además de constatarla estamos emplazados a reflexionar por qué cada reacción es la que es y no es otra. Esa reacción perceptiva no es el resultado de una percepción tan directa aunque de la sensación que lo sea, sino la consecuencia de un proceso nervioso de informaciones que el cerebro computa para concluir que aquello que siente es lo que es y lo discrimina de otros estímulos no sentidos en ese contexto. Como que el cerebro sigue pautas mecánicas le toca a la inteligencia luchar contra los automatismos de su sistema nervioso (en terminología informática diríamos que el software está por encima del hardware que lo soporta). El conflicto entre inteligencia y sistema nervioso tiene por analogía el que hay entre deseo y bios o entre espíritu y materia.

Según sea la auto concienciación de los procesos implicados, el afuera está tanto más alejado o menos del sujeto en cuanto más forme parte de la vida del observante. Según sea el mundo percibido se vivirá de un modo u otro en él. Eso traslada la responsabilidad de lo externo al modo de vivirlo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Propiedades de objeto y sus atribuciones por el sujeto.

Las propiedades del objeto y sus atribuciones por el sujeto.JesRICART

Berkeley con su simple observación sobre el sabor de la fruta cuestionó la objetividad como una realidad totalmente independiente del observante (en este caso, del degustante).¿Dónde está el sabor en la manzana o en el paladar? La variedad de apreciaciones en el sabor no se extiende por un igual a todas las bocas. Saborear es una de las atribuciones del sentido del gusto pero el sabor concreto de algo no queda demostrado hasta que no es probado. Ese objeto gustoso tiene propiedades químicas que lo hacen que lo sea pero que no constituyen el gusto mismo. ¿Esto pasa con todos los objetos o solamente con los que implican la sensibilidad de su usuario? Sigámoslo: un nuevo diseño dentro de la aparatología que tanto nos deslumbra a los tecnoutilitaristas sale al mercado con un conjunto de prestaciones. Aceptado que cada objeto no se limita a ser su apariencia sino lo que contiene -sobre todo, lo que contiene- siendo este contenido de una amplitud tal que depende de la habilidad de su usuario el alcance de su uso crea la paradoja siguiente: un objeto no es todo lo que es mientras no sea empleado en su totalidad. La definición de objeto retrotrae a una imagen estática del mismo: un microondas , un placa con una señal, una silla de ruedas, una puerta, un jarro, un jersey, un iPOD, un cenicero,... dentro de -una vez más- una lista interminable de enumerables. Por pocos vocablos que contenga esta lista aleatoria pronto se advierte que cada objeto mencionado tomado al azar es un continente de otros objetos (las bisagras y cerraduras de la puerta, el cenicero vacio o recargado de esas pavas malolientes, las ruedas y el cojón de la silla, la agenda, la cámara o la frecuencia modulada del iPOD...). Cuanto más sencillo sea un objeto y cuanto más singularizada sea su función el objeto presentado queda reducido a si mismo. Pero esto tampoco es tan exacto: el jarrón que está pensado como florero es una vasija o un continente en espera si queda limitado a sí mismo. ¿Es el mismo objeto el jarrón que contiene las flores que sin contenerlas? De una interminable colección de objetos simples (llamarlos elementales sería un error porque nos llevaría a la tabla de elementos periódicos o se confundiría con estos) no hay uno solo que no sirva además de para lo que fue concebido para otras funciones. El vaso que habitualmente se usa puede terminar sus días como cazoleta para el aguarrás donde dejar el pincel de pintura, las antiguas camisas se reciclan como fragmentos de telas diversas para montar un pachwork, los libros alineados en la estantería sirven como alzapiés a falta de otro recurso más sensato, el platito del café sirve de cenicero (una guarrada más añadida a la del hecho de fumar en la mesa de comida). De cada cosa enlistada o pensable (incluso desde la imaginación de lo que todavía no existe o está por fabricar pero que sí puede ser fantaseado) se puede afirmar que hay que diferenciar entre los atributos que la definen como tal: sus características y prestaciones, sus cualidades y las atribuciones que el sujeto le pueda sacar. Hay algo del objeto que no está en el objeto mismo sino en el sujeto a partir de que establece una interacción con aquél. La dificultad de esta discusión se extiende a partir de la complicación de las variedades de atribuciones por un lado (determinadas por las variables de sujeto, tanto porque uno no siempre es el mismo en su condición de usuario, como porque no hay una persona idéntica a otro). La observación de Berkley desbanca el principio inamovible de lo que es cada cosa como si se tratara de algo absolutamente independiente de su evaluador. Lo que hace que un objeto sea el que es y no otro es porque el conjunto de sus propiedades (p1,p2,p3,...pn)no se repite con las de otro. La velocidad y potencia que desarrolla un automóvil a motor no es la misma que se desarrolla en una bicicleta, aunque ambos son instrumentos para la movilidad. La gama de objetos distintivos es lo que puebla el mundo de decorados diferentes. Sin embargo, si el análisis se extiende a los componentes orgánicos de cada objeto se entra en un campo de equivalencias. A nivel atómico y de ondas todos los objetos comparten registros muy parecidos. Para no confundirnos -con el ambicioso campo semántico- al llamar a todo lo pensable y nombrable como objeto, hay que diferenciar de alguna manera el objeto que cumple una función de uso (la realidad doméstica y cotidiana nos rodea con miles de ellos) del que cumple una función intelectiva (las palabras, los sueños, los conceptos,...). Al diferenciarlos nos encontramos que en ambos tipos además de sus atributos de contenido ni alcanzan la totalidad de su funcionalidad hasta que reciben las atribuciones de uso. La experiencia personal lo demuestra a cada momento. Salvo las cosas más ordinarias y simplificadas cuya función se confirma cada vez que son empleadas, como la taza de té, las otras más complejas y más propias de una sociedad tecnológicamente sofisticada, pueden ser utilizadas fragmentariamente de una manera sistemática. Hay aparatos que se les da por obsoletos y se desechan sin haberles usado todas sus prestaciones. ¿Qué decir de un receptor de radio simple? La radio es un objeto de objetos. El receptor es un instrumento de audición de un conjunto de emisoras a las que se llega fácilmente con el dial y cada una de estas con un conjunto de programas y cada uno de estos con un perfil referencial que aborda distintos temas. ¿Cuántos objetos hay aquí? El receptor, cada emisora, cada programa, cada tema...Un radioyente puede usar su receptor y jamás sintonizar la emisora de Radio Amistad o la COPE. ¿qué significa eso?¿qué clase de atribución se le da al receptor? sin duda es selectiva. ¿Pero es lo mismo o se puede decir lo mismo de las emisoras sintonizables con atributos? Mientras la capacidad de sintonía del receptor es un atributo, la emisora es un objeto alcanzado por aquella condición pero que a su vez tiene su colección de atributos.

Su objetivización pasa siempre por su subjetivización. El cuerpo humano (con su sensorialidad e inteligencia) es un multiconjunto de posibilidades que si bien enriquece a la hora de considerar lo que sea distorsiona al tratar de medirlo. La diferencia entre una vara de medir, un termómetro, una máquina de pesar o cualquier instrumento específico diseñado para especificar volúmenes o distancias es que el cuerpo humano tiene demasiados procesos internos que alteran la apreciación exacta o que no aseguran su regularidad estable. Por eso no llueve a gusto de todos aunque el pluviómetro sea quien tenga la última palabra en cuanto a demostrar exactamente lo qué ha llovido.

La percepción subjetiva del objeto llega a alcanzar tanta fuerza que la presunción de que es una cosa la hace saborear como esa cosa aunque no lo sea. La firme convicción de estar tomando una bebida (esa convicción puede ser una suerte de sugestión hipnótica) soborna al sistema perceptivo para sentirla con arreglo a esa convicción y no por lo que es. Los tests de sabores bajo ese tipo de control mental así lo demuestra. Algo parecido pasa en relación a los valores y a las personas (que metodológicamente no pierden su condición de objetos perceptibles). Cooley, influido por W. James, estudió los grupos primarios: familia, amigos, escuela,.. encuentra como socializan al individuo que no escoge sus valores. Ni se le da opción inicialmente a que lo haga. La resultantes es un yo espejo o yo reflejado en los demás que contextualizan el entorno en el que está inserto y por el que es dominación, Según la interpretación de cómo son los otros hace que eso actúe como factor para cambiar la imagen de una manera acomodaticia cambiando de conducta. Lo que pasa con los valores (como enunciados ideológicos) también pasa con los objetos. Un objeto se percibe además de por sus marcas externas también por sus estigmas, esto es, que además de contemplarlo por sus propiedades en si se le admite o no por sus propiedades para fuera. Un objeto en si mismo interesante puede ser interiorizado y despreciado hasta su exclusión total tras su estigmatización, el mismo mecanismo es el que media entre individuos predominando el estigma (la perpetuación de un descalificativo) a la revaloración de los atributos en sí mismos.

Autovictimidad y Heterovictimidad

Autovictimidad y heterovictimidad. JesRICART

De los distintos tipos de victimidad, la mezcla de tantos factores (los de tipo personal que la auto inducen con los externos absolutamente inevitables) hace que los prototipos de víctimas se confundan. Delimitar un factor estrictamente externo y aleatorio que la casualidad hace que se cruce en tu camino convirtiéndote en victima involuntaria no es tan evidente como de entrada pudiera pensarse. Cuando un volcán ruge y baña de polvo toda la zona cercana asfixiando a una parte de los lugareños además de constatar la furia de la naturaleza hay que recordar quienes optaron por vivir temerariamente dentro del área de inseguridad transgrediendo la línea límite recomendada, cuando una multitud se reúne por un evento y parte de ella muere por avalancha humana, episodio repetido demasiadas veces (julio2010 festival de Duisburgo/Germany en el LoveParade,1990 peregrinación a la Meca donde murieron unas 1500personas,una estampida en Pnom Penh a propósito del festival del agua celebrada en Camboya para despedir la época de los monzones) como para pensar que un inconsciente colectivo nos pone a salvo todos de todos. Cuando ante el terremoto, el sunamis o al huracán, hay que sumar la negligencia humana en la construcción de los hábitats a un daño natural hay que sumar el daño artificial. El factor irremediable de un desenlace catastrófico está demasiadas veces combinado con el factor personal de negligencia o irresponsabilidad. Para evaluar cuotas o porcentajes de responsabilidad no hay un solo baremo. Depende del criterio interpretativo la responsabilidad se pone más del lado de lo externo o más del lado de lo propio. Caerse de una silla de ruedas con resultado de fractura de tibia y un mes por delante de inactividad por convalecencia, por chocar contra el umbral de la puerta y estar en una posición incorrectamente sentada ¿Dónde ubicar el factor principal de responsabilidad? En el sujeto que sufre el accidente aunque en su favor busquemos factores externos que lo disculpen (umbral estrecho, ruedas semihinchadas o una discusión reciente con el partner que haya generado un cierto estrés. Nunca hay un solo dato aislado de todos los demás, pero por muchos datos que haya la valoración consiste precisamente en ordenarlos y asignarles un cociente dentro de un gradiente de importancia. La diferencia entre los factores indirectamente responsables y los directamente responsables es que aquellos por si mismos no ocasión el desenlace fatal. Dejar el vehículo aparcado en la calle unos cuantos días seguidos sin usarlo no justifica que el amigo de lo ajeno o quien se ha acostumbrado a vivir del sudor de la frente de los demás se dedique a esquilmarlo y robarlo. El ladrón puede estimar a su favor que un vehículo parado es un vehículo sobrante que no necesita el propietario y que él tiene más derecho a su uso o lo toma como cantera de piezas que le falten (es triste como a veces el mismo primer día de un coche en pana parado en una cuneta atrae toda clase de buitres humanos para irlo vaciando de piezas, en casos extremos esto pasaba a los 10 minutos de dejar un coche estacionado en una barrio de mala fama). No hay justificación posible: el ladrón no elige necesariamente a su víctima, la produce, no es por una cuestión personal la mayoría de veces es por su modo de entender la supervivencia a costa de que un desconocido se la pague y se la pague a la fuerza.

Un análisis multifactorial de lo que caracteriza y produce un evento podría sugerir conclusiones no éticas: disculparlo todo porque todo en definitiva puede recurrir a un cuerpo conceptual que lo coherentice. En aras a lo que uno necesita pierde de vista que quien lo tiene también lo necesita con el añadido de que ha trabajado por tenerlo o se ha esforzado por conseguirlo. El ladrón tiende a pensar que como todo el mundo es de su condición se construye una coartada privada para auto justificarse eso de quitarle las cosas a los demás. Se las arregla de alguna manera para poder dormir en paz sin que le torturen las pesadillas. No siempre es así, hay terribles criminales que conciencian su atrocidad y se quitan la vida a continuación de habérsela quitado a otros siendo lo mejor que pueden hacer (el caso de tantos maridos machistas incapaces de conciliar sus niveles de agresión y su ideología totalmente obsoleta con los nuevos modos de vivir en el mundo). Examinado cada caso concreto la ratio entre un criminal y su víctima es bastante sencilla de establecer, los eximentes y atenuantes quedan a una cierta distancia, a veces como decorados de fondo y en ocasiones como documentos que no son admitidos en el protocolo judicial porque llegan fuera de plazo o con planteamientos en formatos lamentables. Pero el mismo caso el sujeto S1 mata al sujeto S2 por cuyo homicidio voluntario hay tipificada una pena es completamente distinto según se trate de cada sujeto. Si una víctima se rebela contra su victimario en defensa propia siendo este inesperadamente quien pierde la vida la victima inicial lo es por partida doble como víctima propiciatoria al ser atacada y por estrenarse sin que eso lo tuviera previsto en homicida factual para salvar su vida, y arrastrada al laberinto del viacrucis de su victimidad burocrática e incluso carcelaria. Los administradores de los códigos penales no consiguen evaluar las situaciones tan en concreto como para medir el grado de victimidad y el desenlace de los hechos. Lo que es peor, no peritan siempre in situ ni siquiera los hechos de los que en una sentencia quedan documentos y dicen -equivocadamente- probados.

Un factor añadido a las dificultades de la caracterización de victima dentro de la criminología es la responsabilidad subyacente de la judicatura en coadyuvar como cómplice pasiva los actos criminales. El descredito creciente del sistema judicial para el conjunto de la sociedad hasta ahora no ha producido mejoras y cualificación, que deberían pasar por la depuración de la parte de magistratura ideológicamente tendenciosa y por un fondo legislativo menos equívoco. Como que la sociedad no accede a la estadística de la fatalidad (que existe pero con una circulación restringida) no es el de conocimiento público la cantidad de casos criminales sin resolver (una mayoría), la cantidad de casos mal resueltos (un porcentaje descomunal) en los que los malos son exonerados y los casos judicialmente resueltos pero penalmente mal resueltos al enviar a presidio a tipos que no solo no se van a rehabilitar nunca sino que potencialmente delinquirán de nuevo a la salida en cantidades alarmantes.

No hay pena útil ni cura aceptable de un presidiario confeso y convicto que no repare de facto los daños ocasionados y no hay justicia para la victima (especialmente para la que ya no lo puede contar por muerta) que no sea reparando de alguna manera el vacío que dejara. Ni la contrición del reo ni pagarlo con cárcel paga realmente nada a la sociedad, al contrario se endeuda más con ella, teniendo en cuenta el costo del alojamiento de la población carcelaria.

Para poder concebir desde la atalaya –en reparaciones- de la utopía una sociedad sin represión criminal habrá que garantizarla libre de crímenes. Para eso, o la seguridad que proporcione tranquilidad colectiva habrá de seguirse maximizando (mas inversión del presupuesto en mas policía) o las personalidades psicopáticas de malfactores las habrá ido superando la evolución bioneurológica. En el segundo caso el proceso va para largo y en el primero el sistema social apunta a ser más rígido, mas controlador, mas totalitario.

La incorporación del acto criminal en el talante del individuo que lleva sus fechorías a la destrucción de objetos, bienes y personas es un proceso de culturización. Krech defendió la idea de que las actitudes no son innatas sino aprendidas, especialmente en el proceso socializador. Las fuentes formativas son objetos y personas que satisfacen necesidades siendo el grupo de pertenencia clave en las influencias y en las dimensiones de personalidad. Las legislaciones distinguen netamente entre los actores conscientes de sus actos criminales y quienes sufren enajenaciones mentales que en principio quedan exentos de culpa. Como que una sofística de las defensas ha hecho pasar por loco al cuerdo impera mas el criterio de distinguir entre un diagnostico psicopatológico correcto y la responsabilidad del acto cometido.

La victima que lo es durante un episodio en su vida que ha tenido las de perder por negligencias ajenas o agresiones recibidas no significa que deje de serlo tras ese episodio concreto, una parte importante de su vida, lo siguiente 5, 10, 20 o más años puede seguirse viendo envuelta por los coletazos de aquel episodio. Hay historias de separaciones matrimoniales en que la injuria y el agravio se reactualizan innumerables veces sin que el cuerpo jurídico aunque intervenga y dirima consiga resolverlo. Ahí donde hay alguien medular no ético y sulfúrico de maldad no hay sistema judicial que lo neutralice, mucho menos con las connivencias y canchas recursivas que se dan. Fernando Bárcena propone el aprendizaje ético de la existencia. La atención a la experiencia vivida. Aprender de la vida es aprender a vivirla con ética no cayendo en las trampas de devolver al agresor el daño que te hizo o extender en terceros el mal recibido. De ese modo el cerco de la victimidad podría aspirar a irse reduciendo. Entretanto cada vez que uno es víctima de un acto criminal es razonable que su confianza en el mundo decrezca un poco más y como esos actos son diarios y mundialmente extendidos este mundo cada día es un poco peor al día anterior. El criminal no tiene que reflexionar mucho para deducir que cada vez que comete un acto lesivo contra alguien lo está cometiendo contra el mundo entero empeorándolo.

martes, 23 de noviembre de 2010

El texto como objeto percibido.

El texto como objeto percibido.JesRICART

Las construcciones gramaticales no engañan aunque la intencionalidad verbal juegue en el campo contrario a lo que se revela inconscientemente. En el modo de armar las oraciones y encadenarlas se hace algo más que expresar un relato, se expresa la propia personalidad del relator. Hay excepciones a eso cuando la normatividad lingüística pasa por la estandarización de la forma hasta tal punto que no hay diferencia entre un hablante y otro. Recuerdo el tono y énfasis del “¡sí, señor!” del recluta al cadete, sin que hubiera diferencias entre aspirantes a galones o licenciarse cuanto antes. De las formas de hablar los hablantes dedican/mos gran parte de conversaciones y reflexiones. Hasta es posible que una tentativa temática se llegue a otro campo completamente imprevisto. Octavio Paz en su ensayo-poético, por clasificarlo de alguna manera, El mono gramático en su antepenúltima página dice: “ahora me doy cuenta que mi texto no iba a ninguna parte, salvo al encuentro de sí mismo. Advierto también que las repeticiones son metáforas y las reiteraciones son analogías: un sistema de espejos que poco a poco han ido revelando otro texto”.

De un tema propuesto, el que sea y dónde sea, las derivas colaterales a las que da a lugar proporciona una sucesión de temas y hasta nuevas virtudes que pueden incluso superar la propuesta original. En disculpa de navegantes dispuestos a explorarlo todo apartándose de la ruta planeada es que la ambición de aprender va en detrimento de consolidar lo aprendido pero antes o después Ulises vuelve a Penélope. Si alguien no vuelve a la ruta, al tema eje, se corre el riesgo de que la exploración se eternice. Metafóricamente el viaje intelectual pide el auto-recordatorio continuado del marco en el que se está hablando y corregir el sesgo de ir al oquedal eludiendo el bosque enmarañado por las inconveniencias de tantos vericuetos y matojos. La tendencia discursivo-espontánea tiende a lo fácil (el cerebro es biológicamente vago), la necesidad de conocer obliga a rediseñar el proceso de intelección. Por momentos, sensorialmente presumimos de estar pisando firme cuando en realidad solo estamos sobre una restinga puntual. Bucear bajo la superficie proporciona el retrato de otra verdad no esperada y reajustar la impronta de la primera percepción a otras informaciones más severas.

El proceso de intelección (aprehensión de los datos) es pulsátil: no todo lo percibido pasa a una codificación infalible, en realidad nada de lo percibido pasa a ser infalible; es como mucho una estimulación para formar una sensación, que con otras podrá contribuir a definir un cuadro aproximativo lo más fiel posible de aquello que los sensores reciben. El cuerpo humano con toda su dote biológica magnifica no deja de ser una especie de radar que detecta un objeto en su campo sensorial del que aprecia unas cuantas características pero no todas. Cada animal percibe las cosas de manera distinta según sus prestaciones fisiológicas. En esos apercibimientos, cuantos más detalles se alcancen a discriminar del objeto sensorializado mas se podrá decidir de qué se trata y cómo reaccionar ante ello. Eso es lo que permite resultados tan opuestos como encontrar aliados o salvarnos de peligros.

Los textos y/o las palabras (que ya han sido definidos como tantos otros objetos a percibir además de entender) generan prevención o implicación según las autodefensas psíquicas del observante. Como que no hay situaciones ideales, en las que todos los observantes concurrentes participen con la misma intensidad de dedicación al tema que los aglutina: la cuantificación de observaciones sumadas crece exponencialmente pero no por concurran criterios o ideologías muy diferentes sino porque se parte de métodos distintos y en particular de exposiciones distintas a lo observado.

Tomemos una situación en la que un numero n de participantes (cuya cifra exacta se desconoce ni es necesario propósito alguno para conocerla), convocados en torno a un tema (que puede ser el de averiguar como hablamos los hablantes o estudiar cómo se perciben las palabras)inserta en un agregatorio de opiniones las docenas o cientos que puedan ir surgiendo pero con una atención desigual en su lectura y asi mismo desigual en su comprensión, el resultado matemático lógico de complejidad va a añadir al factor de la pluralidad de las opiniones mismas el de la suma de todos los que participan aportándolas sin haber leído todas las de los demás, con lo cual el espacio para la incomprensión ira in crescendo a pesar de que para una parte de la conversación la lucidez sea la recompensa de quienes la conecten. Eso que parece complicado no es tan difícil de entender: quien llega como espectador a la mitad de la película no se entera ni de la mitad, si encima renunciar a ponerse al día de qué va la historia hay escenas que no se llevará nunca en su memoria, resultado: se habrá medio enterado. Pues bien, esa semipercepción de los estímulos es uno de los hechos más llamativos. Por brillante que sea el equipo sensorial del individuo sino barre con el todo lo que hay no se entera de la realidad. El periscopio tiene que hacer un giro de 360 grados para advertir si hay barco enemigo en el horizonte.

Lo que se percibe de cada palabra por citar un objeto aparentemente simple pero que puede tener más de una acepción y por tanto de comprensión, es una cosa u otra según la actitud de sujeto. Para los (que somos) cegatos no es la palabra inasible por densa lo que desactiva (los chinos venden gafas para la presbicia a menos de 3€) sino una actitud resistente no concienciada al objeto mismo. Un objeto aparentemente maqueado, con un look de portada y que quita el aliento como si de una mundaria con las medidas más ensoñadas con libre accésit se tratara, no tiene porque ser lo más conveniente, aunque a primera vista puediera ser lo más deseable, al comprobar que percude lamentablemente lo que exhibe. El objeto, todo objeto en principio dentro del orbe de la tridimensionalidad, también en el de la bidimensionalidad si se insiste en decir que una grafía no tiene ni textura ni volumen y que es plana (todas y no solo las llanas), tiene su interés, su función y hasta su atractivo, aunque depende de cada sujeto que lo admire, utilice o lo encuentre.

Los diagnósticos de todo tipo (de los mercados financieros, de la salud corporal, del estado del inmueble, de la victimidad vial,…) además de basarse en análisis no se resisten a las percepciones que son las que los dejan fuera del umbral estrictamente científico la mayoría de ideas que se presentan o son tomadas como aseveraciones.

Eso nutre las actitudes ambiguas en las que las declaraciones bajo encabezamientos del tipo yo afirmo/yo niego son escasas por temor a la equivocación o por temor al conflicto con los declarantes de sentencias opuestas. Dado el relativismo de lo verdadero y lo falsable, siendo que las verdades son ocasionales y lo que parecían no-certezas contribuyen a exactitudes, dar por definitivamente válido y exclusivo un punto de vista particular sobre una cosa remite a la soberbia. De otro lado, la cancha en la que cabe todo en la que se incluye Ramón de Campoamor con su famosa conclusión “y es que en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira” deja al observador en la permanente inseguridad filosófica. Sí hay verdades y mentiras y fronteras muy delimitadas entre las unas y las otras, pero también hay un sofismo dispuesto a darle la vuelta a todo y hacerlo aparecer como lo opuesto a lo que es. Lo que nos pasa es que hay un lenguaje que mezcla continuamente la parte con el todo y el adjetivo valorativo para un conjunto está en contradicción con otra para una de sus partes. Puedo admirar la belleza de alguien a bordo de una anatomía con una deformidad de un pie varo y un pulgar valgo que como parte puedo juzgarla no estética y como parte de un conjunto, tal como digo ni siquiera advertible y en todo caso sin incidencia alguna para que destituya mi actitud al conjunto. Bien mirado eso nos pasa con todos los objetos percibibles: una parte de cada estimulo puede ser rechazada y contaminar injustamente el resto, o admirada y aceptar negligentemente el resto. Pasa con productos culturales complejos o puede pasar con cada objeto doméstico que evaluación de su estética puede ser postergada sine die al priorizar su utilidad.

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