La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

sábado, 25 de septiembre de 2010

El cumplimiento de la palabra dada

El cumplimiento de la palabra dada.JesRICART

Una ideologia por mas revolucionaria que sea no garantiza un futuro de concordia y cooperación si la ética no hace de gran territorio en el que se mueva la actividad de cada cual. De la ética y de los valores se habla tanto que se llega a perder el oremus del significado de ambas palabras. La complejidad de su definición se resuelve definiendo las bases ineludibles. Pedir personas éticas, y se presupone que honestas parece que se ha convertido en un imposible o es una demanda excesiva para las épocas de compromisos autorestringidos. Ni los demandantes están en condiciones de evaluar quienes son y no son éticos ni la ética se demuestra con un perfil fisico determinado. Una tendencia cultural dominante prioriza las oportunidades de negocios y la excitación de los mercados a crear relaciones humanas autenticas, transparentes y nobles.

Dar la palabra es algo constituivo del discurso relacional. Lo que diferencia el hablar por hablar, al hablar funcional es que este último adopta formas de compromiso con una u otra acción. La capacidad de cumplir con la acción prevista es lo que estabiliza a un sujeto como activo y al mismo tiempo como referente seguro ante los demás.

Por encima de los planes políticos en los que se piense o se sigan, por encima de las políticas de estado, por encima de las fuerzas de liderazgos y de las singladuras en las épocas mas cruciales de una historia, antes, después y durante el ejercicio de cada tesitura colectiva, cada individuo humano tiene que cumplir con sus dictados de conciencia y sus corresponsabilidades sociales. Bastaría que la ética ganara terreno, persona a persona, para que el mundo cambiara, dada su inconmensurabilidad, sería con la honestidad que se podria hacer la revolución de los pequeños gestos y por si no se sabe lo que es esto; bastaría con cumplir con la palabra dada (o retirarla a tiempo por reconsiderarla) para protagonizar una transformaron social de una envergadura impresionante.

La vida es una observación de campo que si se acota en esta cuestión especifica: la de cumplimiento o no con la palabra dada (desde el auto encargo de tareas o compromisos a las promesa de acudir a una cita) se puede hacer un balance elocuente de las capacidades individuales. Cada vez que alguien da su palabra y no la cumple no solo queda pintado por lo que es, es decir por lo que no es, sino desautorizado ante si mismo traumando a quien no ha correspondido al fallarle. Esa persona, la que ha quedado plantada, se resentirá para no contar no solo con aquella que le ha fallado sino con otras de las que sospeche que puedan fallarle aunque no tenga pruebas ni haya sufrido un precedente.

Los correlacionarios no dan tantas oportunidades para que una vez quede cada cual colocado en su lugar pueda salga de ahí rehabilitado. Cuando se averigua que alguien con quien se cuenta para algo falla y no solo eso sino que además no se disculpa por fallar , la cascada de acontecimientos emocionales posteriores no se hace esperar. Si bien una relación no queda rota tras un incumplimiento de una de las partes, sí queda suficientemente marcada para no ignorar lo que se puede esperar del otro.

La continuidad de las relaciones humanas depende directamente de la capacidad de relativizar (perdonar o pasar por alta) conductas erróneas, admitiendo que su potencial es mayor que sus déficits demostrados. De quien no se puede contar para determinadas acciones o consultas es mejor prescindir y recolocar las coordenadas de la relación en otro campo asumible. De hecho, nadie puede complacer y colmar en todo a otro; de hecho, las expectativas depositadas pueden ser las más exageradas. Entre el extremo de la máxima expectancia depositada y el otro extremo de la nulidad total de relación queda el vasto campo intermedio de relaciones sostenidas interesantes y útiles a pesar de sus déficits. Realmente no hay una sola relación humana que no sea deficitaria ya que los protagonistas que la componen son ellos mismos sujetos incompletos de cuyas faltas no siempre son conscientes pero que sin duda afectan a los resultados comunicativos y cooperativos.

La relación mas extraordinaria y todo el futuro que contiene empieza con unidades de trato muy sencillas. La espera de alguien y la comprobación de su ausencia no explicada deja un vacío interrogado. Tal vez la extrañeza durante unos instantes o puede que las primeras veces dure algunos días, sea como sea, el ausente que dio su palabra y se esfumó ademas de quedar retratado por lo que es, contribuye a una nueva capa de desconfianza general ante el otro genérico. Es así como se acaban sacando conclusiones sobre los demás y los grupos (étnicos o clasificados) de los demás. Hay un tipo de gente que no baila aunque haya aceptado el trato de una danza o de una relación.

La palabra dada es un eufemismo que refiere el compromiso establecido: desde acudir a un determinado lugar en un día y hora para hacer algo a un vínculo en un proyecto común para compartir una investigación, un debate o una exploración. La vida de agenda-dietaria pasa por apuntar cuantiosas citas de dos tipos: las regulares que ya están memorizadas y ni se apuntan por su repetición cotidiana (cenar en casa con los de casa o ir al trabajo al mismo lugar cada día) y las ocasionales, tanto mas necesitadas de apuntar cuantas mas sean. Se `puede estar en un periodo de intensidad relacional de la vida con multitud de citas para negocios o preparar acciones y en otro periodo de relajación relacional con pocas citas. Se puede experimentar que si bien la agenda es un instrumento organizador, su propuesta aceleradora no tiene porque ser tan útil. La velocidad de uno no tiene porque ser la velocidad de sus entrevistados. La superación de la agenda es una forma de desaceleración de la actividad planificada dejando para otras formas de contacto(las coincidencias entre ellas) el potencial de las relaciones. Desde que sabes que hay personas con las que no puedes planificar nada por su tendencia al incumplimiento y su falta de virtudes en la seriedad te libras de tu rol de pusher o de insistente o de proselitista dejando que cada cual siga su ritmo o cadencia. Eso reduce a la poca gente que ha probado su capacidad de palabra correr el riesgo de quedar con ella, para la mayoría queda el campo de coincidencias para hablar o tratar de lo que sea. Las nuevas tecnologías de la contactología han colocado en segundo lugar la cita para priorizar la comisión del acto. Ya no es tan significativo el orden de las cosas como la oportunidad de acceder a esas cosas. Es así que hay conversaciones que esperan que se pueden demorar por años porque en el momento en que tenían que haber sido dichas hubo elusiones o falta de sintonía. En general, hay experiencias que se demoran para otras ocasiones mas propicias. Es difícil no saber qué hacer con los demás. Los perfiles, ausencias o presencias, insistencias o delaciones, ya van dando las pautas para encontrar la manera por donde sigue una relación. Como que las relaciones no pueden aspirar por sistema a la comunicación total, dejarlas fluir es lo más prudente. En caso de duda consúltese con la almohada. Siempre hay algún momento de soledad para recapacitar sobre lo qué hacer con cada persona estimada o estimable que no haya estado a la altura de si misma ni del compormiso dado. Menandro decía que la noche siempre trae consejos.

En la gran ciudad la profusión de desajustes es de una magnitud tal que el perfil de la suerte consiste en sustituir unos por otros. La cultura relacional tambien ha hecho de la coincidencia o espacio de coincidencia (tomar una cerveza en los atardeceres en un determinado punto popular) la sustitución de la cita especifica para un compromiso concreto. Si te quieres encontrar con los demás o con tal o cual ya no es necesario acudir a sus casas basta con ir a ese punto de coincidencia, en el que generalmente en torno a mesas y bebidas se le va dando continuidad a una relación. La mayoría de relaciones se montan en torno a palabras y al hecho mismo de garantizarlas, más que en torno a planes rigurosos desde lo que decidir procesos activos cuya complicación o compromiso suelen ser disuasorios.

Lo que más orgullo puede dar a una persona de sí misma es no fallarle a nadie ,ser consecuente con la palabra que le ha dado, estar a la altura de lo decidido. Nadie mas que uno puede saber si cumple consigo mismo. No vale el evento en el que un encargado de colgar medallas se las cuelga a otro. Lo que vale es la convicción de ser quien se dice ser. Cumplir o no cumplir con la palabra emitida, esa es la cuestión. Ser o no ser a través de la palabra dada.

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