La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Sentimentalidad tras el amor no sintónico.

Sentimentalidad tras el amor no sintónico. El amor desajustado.JesRICART

La propuesta amorosa es una llamada permanente. Raramente hay quien la rechace al menos de una manera abierta y diga estar en contra del amor. Si la humanidad entera es tan amorosa se hace extraño comprobar tanta capacidad para el odio y para la muerte. Se ha dicho que el amor-odio son o es un ensamblado o una doble realidad no tan lejos una parte de la otra. La propuesta amorosa empieza en el momento en que alguien expresa su deseo de querer y ser querido por alguien a quien elige o le pone la mirada. Como se ve, ese planteamiento es una demanda formal en toda regla que irá a más o a menos según la correspondencia que se reciba. Las relaciones amorosas desde el mismo momento en que empiezan no están tan lejos de otra clase de relaciones humanas que negocian recursos y proyectos. La relación amorosa es una empresa sentimental pero también con una proyección material que donde encuentra mas acomodo y concreción es en la organización de un dueto convivencial. A lo que mas se teme es a una vida completamente solitaria y, por eso, se tiende a buscar la compañía y si es íntima tanto mejor. Sociológicamente, se da tanto este fenómeno como el de los singles que quieren continuar como tales después de haber pasado por sus experiencias caseras con otros y terminar un tanto decepcionados. Muchas viudas no quieren oír hablar de otra tentativa convivencial y otros/as que no tienen pareja no paran de decir que la buscan aunque a veces no hagan el menor esfuerzo para conseguirla por no decir que eluden situaciones relacionarias por fobia social. Del amor hay todas las teorías que se quiera inventariar y de su concreción convivencial también. Como que vincula dos personalidades distintas, con experiencias diferentes y orígenes distantes, el arco de variables es tal que lo mas probable es que cada interpretación unilateral no coincida con la otra. El uso plural de las conjugaciones a la hora de hablar es lo que sutilmente sugiere formas de consenso.

Los procesos amorosos entre dos, suman confidencias que pasan por una entrega considerable de palabras. Esas hacen de nexo de fusión aunque no hay una cantidad determinada de palabras con las que se pueda garantizar una fusión excelsa. Las palabras -como portadoras de significado pero también de esa energía de fusión- traen sentidos ambivalentes en tanto que se las usa en potencialidades diversas. Hay historias de palabras que funcionan por un lado desde la hipótesis en estado permanente y del otro, desde la efectividad demostrada. Ese plurivalor advierte a cada hablante de la multitud de registros desde los que se dicen las cosas y desde los que se escuchan. Plásticamente: ahí donde hay dos personas hablando puede haber al menos cuatro posibilidades diferentes de entender las cosas: 1.lo que se quiere decir y 2 lo que se dicho. Esto multiplicado por dos al ser dos hablantes.

En el cortejo amoroso, el/la amante en espera, antes de pronunciar las palabras declarativas de sentimentalidad, tiene que estar muy seguro/a de que lo qué dice es lo que le representa no permitiendo el menor detalle que se preste a engaño. Decirle a alguien que le quieres te puede vincular a esa persona toda la vida. No vale una subvocalidad (una especie de manera de cruzar los dedos escondidos tras la espalda) según la cual se añada un significado privado que no se le comunica a quien escuche la declaración. Si bien todo lenguaje remite a una doble experiencia: la del pensamiento que lo produce y la de la limitación escénica que lo proyecta en la frase concreta en la que sale, la honestidad individual es incompatible con decir aquello que no se siente. Otro asunto es el riesgo psicológico que se corre con cada compromiso con la palabra. Por mucho que el declarante quiera curarse en salud avisando a priori de los equívocos implícitos en la semántica por una cultura del alter ego que condiciona su traducción subjetivizada, tiene que preasumir la posibilidad de que lo que diga en el campo sentimental no va a ser entendido. Hay tanta necesidad de amor y de sentirnos amados que los humanos somos proclives a ultrainterpretar los significados de las palabras más allá de lo que dicen.

Se deja caer en hipervaloraciones del otro cuando sabe que como cualquier otro hablante dice mas de lo que puede asumir y como cualquier otro amante induce a una historia de amor superior a la que pueda corresponder.

Sea el que sea el lenguaje amoroso éste nunca está exento de equívocos, ya que una misma terminología ha sido usada desde tiempos lejanos con propósitos diferentes. El amor más sincero es el que no promete nada y el amor más honesto es el que se expresa en clave de condiciones, de hipotéticos resultados pues según concurra la conducta del otro seducido o amado. El lenguaje amoroso afirmativo de futuros es incrédulo y la honestidad empuja al condicional. Todo lo que pueda suceder sucederá si y solo si concurren unos determinados factores.

Ha sido habitual en un tipo de literatura tradicional poner la responsabilidad del lenguaje amoroso en el hombre (ese machista de mierda así tantas veces referido pero que sin embargo con sus pocas o muchas luces tomaba la iniciativa verbal para sacar a bailar a las chicas y tratar de llevarlas a las camas) como si la mujer no tuviera boca ni voz a través de las que expresarse. La cinematografía presentó a un prototipo de mujer floja y expectante, tímida y delicada,desprovista de iniciativa y sin expresion alguna de su deseo, no fuera que se la considerara una puta, preparada biográficamente para mantenerse en stand by a la espera de que un hombre se fijara en ella. Ese retrato es totalmente obsoleto. No debe existir un solo ejemplar de este perfil en toda Europa (o tal vez sí y estaríamos hipervalorando la liberación femenina de las viejas costumbres del sometimiento) aunque siga existiendo en otras latitudes. Pero ese retrato no solo da motivos de piedad por la mujer que no se autoafirmaba declarándose libre y con iniciativa para no pasar por una buscona sino que también los da para reconocer su infradesarrollo en su discurso expresivo. Mientras las mujeres no tomaron la resolución de buscar a sus partners en lugar de dejarse buscar por ellos el lenguaje de la seducción no cambió. Antes, se colocaban en la posición de hacerles creer a ellos que eran los verdaderos conquistadores, pero con su igualación de derechos adoptaron roles más vanguardistas. Desde lejanos tiempos sin embargo aun desde roles sociales marginales la mujer acababa disponiendo de su cuerpo. El hombre propone y la mujer dispone.

Con el nuevo lenguaje, el poder de la seducción está de ambas partes. El manejo de las palabras entre la discreción y la insinuación o la abierta declaración es lo que determina los roles. Todavía ella sigue esperando que la propuesta concreta la haga él, no sea que se la juzgue mal. En una primera cita, él que sabe que le toca esto no propone la frase concreta de pasar la noche juntos hasta que ella no de alguna pista de aquiescencia.

-He pensado que podemos pasar la noche juntos en la misma cama sin que tengamos que hacer nada especia -le dije antes de que pasara una hora a una chica tras la primera cita presencial que tuvimos-. Ok -dijo ella- La respuesta podía haber sido negativa, pero tampoco hubiera habido una segunda tentativa preparada para una siguiente cita. Como así sucedió en primeras y únicas citas de sondeo por las que pasé.

El amor, o más exactamente las formas amorosas, tiene muchísimas variables. Sus verbalizaciones tienen sutilidades sintácticas. Cuando en un correo de intimidad se pasa a decir cariño, amor mio, querido/a mía/o hay que contar en la emoción puntual de ese momento en el que se dice y en los límites de su potencialidad. Cuando de la otra parte se pasa de una carta a otra del “mi muy querido...” a la siguiente sin encabezamiento hay motivos para sospechar de la estabilidad sentimental del otro. La urgencia amorosa no es precisamente un indicativa de potencialidad o de flechazo lo puede ser de ansiedad y de una volición desordenada.

Definir una teoria amorosa universal es una empresa interminable e innecesaria. Es tanto como tratar de definir un canon de belleza o un patrón único para el deseo y el placer. La multiformidad humana, sus distintas inclinaciones e inercias para el goce y sus valoraciones diversas de la forma debidas a su propio polimorfismo hacen que fracasen las definiciones cerradas en este campo. En cada nueva historia de amor la os enamorados implicados les tocas redefinir en lo que están metidos. Si bien cada evento de intimidad evoca todos los demás que se hayan tenido con los que guarda un común denominador es en si mismo distinto. No hay un/a amante igual a otro/a ni una historia que repita la anterior. Hasta que no se inicia una intimidad fáctica con muchos ratos dedicados al placer, a las caricias y a los orgasmos, uno no reactualiza las reacciones de su cuerpo y las posibilidades fisiológicas de compromiso. La entrega sensorial no es un acto intelectivo, depende del atractivo de cada cuerpo y de sentirse cómodo en los brazos del otro..La idealización excesiva del partner va en contra del quántum de placer y sabotea la verdad de la relación.

Ortega dijo de Stendhal, nacido un siglo atrás, autor de De l' amour, que no llegó nunca a amar a nadie ni fue amado por nadie.¿Es posible que des de la filosofía es pueda llegar a afirmar una sentencia de este tamaño? ¿Se puede conocer tanto a otro, mucho más si solo es a través de su legado escrito, como para definirlo en esos límites.? De Stendhal se ha dicho que idealizó sus amores al adoptar una solicitud de autorización a las mujeres idealizadas de sus propias ilusiones. Para él amar era un acto de perfeccionismo que llena de perfecciones al objeto amado. Ortega que tambien partía del amor platónico considera que en el objeto amado no tiene que haber un compendio de perfecciones y que es suficiente con una perfección puntual por la cual amarlo. Según Ortega , quien ama solo ama lo que hay de real en la persona amada. El hombre elige para enamorarse a aquel que reúne sus propias cualidades.

Entiendo que ambos tomaban el amor como una historia personalizada única y crucial en lugar de un continuum en un proceso biográfico apasionado cargado de amorosidad. El amor es una fuente de energía que dota de potencialidades a aquel a quien se quiere y que ni siquiera era consciente de ellas. Ineludiblemente, el sujeto enamorado proyecta su fuerza y energía en transformar a aquel a quien ama. Si no hay influencia, si no hay transformación es que esta energía no fue suficiente siendo el amor no total. El amor,aunque deriva a una negociación tacita, entre los haceres convivenciales y la gestión de los deseos, es una energía que parte de cada fuente individual. Para amar no hay que pedir permiso a la persona amada lo mismo que para desamar no hay que contar con un acurdo o un permiso. Son energías que fluyen y se modifican según los actos de cada parte. No hay un amor decretado para siempre sino una oscilación de la energía según se va dando el trato interpersonal. Amar es una necesidad energética para vivir. Forma parte de la necesidad subjetiva proyectiva y del cuadro de la autorrealización. Ponerse en funcion de ser deseado o querido posiblemente puede demorar la cita con el amor basta mas allá de la época en que más se necesita. La Rochefoucald ya diferenció una mayor felicidad derivada de la pasión sentida al amar que por el amor inspirado a pesar de que muchos amores unilaterales ni llegan al conocimiento de la persona amada, ni son correspondidos por esta.

Lo que falla en las proyecciones amorosas repetidamente es esperar del otro unas correspondencias predecididas unilateralmente. Es via directa al fracaso y al sufrimiento. Las personalidades propensas a sentirse abandonadas tienen mas probabilidades de sufrir que las que contemplan todas las variables concurrentes en cada relación y por tanto otros factores externos de desajuste. En las relaciones de confidencialidad con expresion y cumplimiento del deseo sexual y la declaración amorosa, incluso con el empleo del mismo lenguaje, convergen intensidades distintas. De hecho no se define hasta el después, (cuando ya ha terminado un encuentro o una convivencia) el lugar que ha ocupado y el lugar que puede seguir ocupando la persona amada en la vida de uno. Si la relación ha pasado por muchos episodios de inseguridad de uno de los partners posiblemente el otro que estaba al principio seguro de aquella relación no puede sostener esa actitud indefinidamente colocando en su lugar el perfil de ansiedad con el que trata. La inseguridad de uno en relación al futuro de la relación o de la relación misma se impone frente a la seguridad del otro. Por mucha que sea la convicción y seguridad puesta en el querer si el otro está en la permanente codificación de su decisión, antes o después se estrena una seguridad relativa, es decir una inseguridad con respecto a quien no está seguro de si mismo.

La sentimentalidad puede seguir pero no bajo el parámetro de una seguridad total de la persona amada que no tiene facultades para estar segura de si misma. Eso convierte la relación amorosa en una indagación psicológica no limitado al encanto de las formas y a la poesía de las letras.


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