La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Autovictimidad y Heterovictimidad

Autovictimidad y heterovictimidad. JesRICART

De los distintos tipos de victimidad, la mezcla de tantos factores (los de tipo personal que la auto inducen con los externos absolutamente inevitables) hace que los prototipos de víctimas se confundan. Delimitar un factor estrictamente externo y aleatorio que la casualidad hace que se cruce en tu camino convirtiéndote en victima involuntaria no es tan evidente como de entrada pudiera pensarse. Cuando un volcán ruge y baña de polvo toda la zona cercana asfixiando a una parte de los lugareños además de constatar la furia de la naturaleza hay que recordar quienes optaron por vivir temerariamente dentro del área de inseguridad transgrediendo la línea límite recomendada, cuando una multitud se reúne por un evento y parte de ella muere por avalancha humana, episodio repetido demasiadas veces (julio2010 festival de Duisburgo/Germany en el LoveParade,1990 peregrinación a la Meca donde murieron unas 1500personas,una estampida en Pnom Penh a propósito del festival del agua celebrada en Camboya para despedir la época de los monzones) como para pensar que un inconsciente colectivo nos pone a salvo todos de todos. Cuando ante el terremoto, el sunamis o al huracán, hay que sumar la negligencia humana en la construcción de los hábitats a un daño natural hay que sumar el daño artificial. El factor irremediable de un desenlace catastrófico está demasiadas veces combinado con el factor personal de negligencia o irresponsabilidad. Para evaluar cuotas o porcentajes de responsabilidad no hay un solo baremo. Depende del criterio interpretativo la responsabilidad se pone más del lado de lo externo o más del lado de lo propio. Caerse de una silla de ruedas con resultado de fractura de tibia y un mes por delante de inactividad por convalecencia, por chocar contra el umbral de la puerta y estar en una posición incorrectamente sentada ¿Dónde ubicar el factor principal de responsabilidad? En el sujeto que sufre el accidente aunque en su favor busquemos factores externos que lo disculpen (umbral estrecho, ruedas semihinchadas o una discusión reciente con el partner que haya generado un cierto estrés. Nunca hay un solo dato aislado de todos los demás, pero por muchos datos que haya la valoración consiste precisamente en ordenarlos y asignarles un cociente dentro de un gradiente de importancia. La diferencia entre los factores indirectamente responsables y los directamente responsables es que aquellos por si mismos no ocasión el desenlace fatal. Dejar el vehículo aparcado en la calle unos cuantos días seguidos sin usarlo no justifica que el amigo de lo ajeno o quien se ha acostumbrado a vivir del sudor de la frente de los demás se dedique a esquilmarlo y robarlo. El ladrón puede estimar a su favor que un vehículo parado es un vehículo sobrante que no necesita el propietario y que él tiene más derecho a su uso o lo toma como cantera de piezas que le falten (es triste como a veces el mismo primer día de un coche en pana parado en una cuneta atrae toda clase de buitres humanos para irlo vaciando de piezas, en casos extremos esto pasaba a los 10 minutos de dejar un coche estacionado en una barrio de mala fama). No hay justificación posible: el ladrón no elige necesariamente a su víctima, la produce, no es por una cuestión personal la mayoría de veces es por su modo de entender la supervivencia a costa de que un desconocido se la pague y se la pague a la fuerza.

Un análisis multifactorial de lo que caracteriza y produce un evento podría sugerir conclusiones no éticas: disculparlo todo porque todo en definitiva puede recurrir a un cuerpo conceptual que lo coherentice. En aras a lo que uno necesita pierde de vista que quien lo tiene también lo necesita con el añadido de que ha trabajado por tenerlo o se ha esforzado por conseguirlo. El ladrón tiende a pensar que como todo el mundo es de su condición se construye una coartada privada para auto justificarse eso de quitarle las cosas a los demás. Se las arregla de alguna manera para poder dormir en paz sin que le torturen las pesadillas. No siempre es así, hay terribles criminales que conciencian su atrocidad y se quitan la vida a continuación de habérsela quitado a otros siendo lo mejor que pueden hacer (el caso de tantos maridos machistas incapaces de conciliar sus niveles de agresión y su ideología totalmente obsoleta con los nuevos modos de vivir en el mundo). Examinado cada caso concreto la ratio entre un criminal y su víctima es bastante sencilla de establecer, los eximentes y atenuantes quedan a una cierta distancia, a veces como decorados de fondo y en ocasiones como documentos que no son admitidos en el protocolo judicial porque llegan fuera de plazo o con planteamientos en formatos lamentables. Pero el mismo caso el sujeto S1 mata al sujeto S2 por cuyo homicidio voluntario hay tipificada una pena es completamente distinto según se trate de cada sujeto. Si una víctima se rebela contra su victimario en defensa propia siendo este inesperadamente quien pierde la vida la victima inicial lo es por partida doble como víctima propiciatoria al ser atacada y por estrenarse sin que eso lo tuviera previsto en homicida factual para salvar su vida, y arrastrada al laberinto del viacrucis de su victimidad burocrática e incluso carcelaria. Los administradores de los códigos penales no consiguen evaluar las situaciones tan en concreto como para medir el grado de victimidad y el desenlace de los hechos. Lo que es peor, no peritan siempre in situ ni siquiera los hechos de los que en una sentencia quedan documentos y dicen -equivocadamente- probados.

Un factor añadido a las dificultades de la caracterización de victima dentro de la criminología es la responsabilidad subyacente de la judicatura en coadyuvar como cómplice pasiva los actos criminales. El descredito creciente del sistema judicial para el conjunto de la sociedad hasta ahora no ha producido mejoras y cualificación, que deberían pasar por la depuración de la parte de magistratura ideológicamente tendenciosa y por un fondo legislativo menos equívoco. Como que la sociedad no accede a la estadística de la fatalidad (que existe pero con una circulación restringida) no es el de conocimiento público la cantidad de casos criminales sin resolver (una mayoría), la cantidad de casos mal resueltos (un porcentaje descomunal) en los que los malos son exonerados y los casos judicialmente resueltos pero penalmente mal resueltos al enviar a presidio a tipos que no solo no se van a rehabilitar nunca sino que potencialmente delinquirán de nuevo a la salida en cantidades alarmantes.

No hay pena útil ni cura aceptable de un presidiario confeso y convicto que no repare de facto los daños ocasionados y no hay justicia para la victima (especialmente para la que ya no lo puede contar por muerta) que no sea reparando de alguna manera el vacío que dejara. Ni la contrición del reo ni pagarlo con cárcel paga realmente nada a la sociedad, al contrario se endeuda más con ella, teniendo en cuenta el costo del alojamiento de la población carcelaria.

Para poder concebir desde la atalaya –en reparaciones- de la utopía una sociedad sin represión criminal habrá que garantizarla libre de crímenes. Para eso, o la seguridad que proporcione tranquilidad colectiva habrá de seguirse maximizando (mas inversión del presupuesto en mas policía) o las personalidades psicopáticas de malfactores las habrá ido superando la evolución bioneurológica. En el segundo caso el proceso va para largo y en el primero el sistema social apunta a ser más rígido, mas controlador, mas totalitario.

La incorporación del acto criminal en el talante del individuo que lleva sus fechorías a la destrucción de objetos, bienes y personas es un proceso de culturización. Krech defendió la idea de que las actitudes no son innatas sino aprendidas, especialmente en el proceso socializador. Las fuentes formativas son objetos y personas que satisfacen necesidades siendo el grupo de pertenencia clave en las influencias y en las dimensiones de personalidad. Las legislaciones distinguen netamente entre los actores conscientes de sus actos criminales y quienes sufren enajenaciones mentales que en principio quedan exentos de culpa. Como que una sofística de las defensas ha hecho pasar por loco al cuerdo impera mas el criterio de distinguir entre un diagnostico psicopatológico correcto y la responsabilidad del acto cometido.

La victima que lo es durante un episodio en su vida que ha tenido las de perder por negligencias ajenas o agresiones recibidas no significa que deje de serlo tras ese episodio concreto, una parte importante de su vida, lo siguiente 5, 10, 20 o más años puede seguirse viendo envuelta por los coletazos de aquel episodio. Hay historias de separaciones matrimoniales en que la injuria y el agravio se reactualizan innumerables veces sin que el cuerpo jurídico aunque intervenga y dirima consiga resolverlo. Ahí donde hay alguien medular no ético y sulfúrico de maldad no hay sistema judicial que lo neutralice, mucho menos con las connivencias y canchas recursivas que se dan. Fernando Bárcena propone el aprendizaje ético de la existencia. La atención a la experiencia vivida. Aprender de la vida es aprender a vivirla con ética no cayendo en las trampas de devolver al agresor el daño que te hizo o extender en terceros el mal recibido. De ese modo el cerco de la victimidad podría aspirar a irse reduciendo. Entretanto cada vez que uno es víctima de un acto criminal es razonable que su confianza en el mundo decrezca un poco más y como esos actos son diarios y mundialmente extendidos este mundo cada día es un poco peor al día anterior. El criminal no tiene que reflexionar mucho para deducir que cada vez que comete un acto lesivo contra alguien lo está cometiendo contra el mundo entero empeorándolo.

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