La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Las distintas velocidades perceptivas

Las distintas velocidades perceptivas.JesRICART

Si cada persona es un mundo -como suele decirse- y en todo caso es un individuo distinto de los demás con sus formas diferenciales de análisis e interpretación, consecuentemente es razonable que cada uno tenga su propia velocidad vital, lo que incluye una distinta cuota de insight por lo que hace al mundo que percibe y a los estímulos que le llegan. Para quien da clases sabe que no todos los estudiantes alcanzan al mismo momento la comprensión de la unidad didáctica de ese día. Análogamente para quien está profesionalizado en psicoterapia sabe que las distintas personalidades evolucionan de manera diferente ante un mismo psicodiagnóstico. Para quien ejerce la medicina también sabe que según las condiciones de salud de cada ingresado clínico, por un mismo tipo de traumatismo, se evolucionará más rápida o más lentamente. En definitiva, las distintas velocidades existenciales remiten a las distintas condiciones de sujeto aunque aparentemente el mundo percibido sea solo uno.

Los mensajes intelectuales de este mundo, que ocupan una extensa gama de informaciones, no son traducidos –o aprehendidos- de una manera semejante por todos. La cultura se ha acostumbrado a manejar un volumen considerable de una enorme cantidad de inputs refiriéndolos sin comprenderlos. Las prácticas culturales han extendido la tradición de la fetichización de las ideas que se manejan lo mismo que el sistema productivo basado en el capital y en el beneficio unilateral ha fetichizado las mercancías. En ambos casos se le da un valor a las cosas por encima de su comprensión, e incluso de su necesidad. Dentro de lo culto se ha fetichizado el libro (o el texto) en una equivalencia implícita con que algunas etnias africanas fetichizaban la figura intermediaria entre sus deseos como pueblos y su destino. Ya no estamos en condiciones de exclamar como lo hiciera Bertolt Brecht,empuñad un libro es un arma,” desde el momento en que no es corta la lista de libros que han sido mentalmente peligrosos para la humanidad (Mein Kampf, el Corán o la Biblia). Ni todos los textos contribuyen a la conciencia ni los que contribuyen a ella están al alcance de todos los niveles de saber. De ese reconocimiento se ha derivado la necesidad de adaptar a la capacidad concurrente los contenidos de las tesis, a fuerza de hacerlo es por lo que existe una performance repetida del slogan de tipo comercial frente a la disertación o del microtexto frente al ensayo de una cierta longitud. La hegemonía de la brevedad se viene repitiendo en la apología de políticas donde cada foto de cada líder político en campañas electorales va acompañada de una frase corta que lo representa. Al examinar esas frases simplistas y generalistas que no son mutuamente excluyentes, toca admitir que pasan las décadas pero que el nivel cultural popular medio o bien está estanco o se le trata como si no evolucionara en absoluto.

Los espacios en los que se reúnen escritores y universitarios más predispuestos a la reflexión y a la discusión de pareceres se diría que son o emergen como alternativa al desierto intelectual que exhiben los medios anegados de informaciones. Sin embargo, las exposiciones que aspiran a ir más allá de la nimiedad antes o después son llamadas al orden, entendiendo por orden su demanda a que regresen a la minimización porque su nivel supuestamente elevado no es del alcance de todos. Sucede que nunca todo es para todos sin embargo las partes participan con distintos grados de comprensión y a distintos grados de velocidad de las partes de totalidad a la que llegan. Lo que pasa con la palabra escrita ya se ha demostrado que es lo que pasa con toda señal e imput estimulativo. Si bien puede llegar en su formato y textura a todos los observadores sensoriales que lo captan las interpretaciones son diferentes. El esquema mental, resultante de una posición recursivo-intelectual ante un estimulo dado (una señal de tráfico, por ejemplo), está determinado por una gama de factores condicionantes: desde los pre-conceptos al método interpretativo a la cultura ambiental. Como se ha podido experimentar, una misma señal de tráfico ocasiona comportamientos distintos según las culturas y tradiciones de un continente y de otro. No hay que ir tan lejos: ante una orden tan específica -y diríase unívoca- como “ceda el paso” o “vd no tiene la prioridad”, sigue habiendo a diario multitud de colisiones y conflictos automovilísticos debido a su interpretación distinta. ¿dónde está el problema?¿acaso en la dificultad comprensiva del texto o de la señal? Absolutamente no, lo está en la sensibilidad y emocionalidad que están por encima de lo leído. Esa actitud de obstrucción en la comprensión de lo elemental es, en el fondo, lo que rige en las dificultades comprensivas de lo complejo. El texto más complejo puede desglosarse en unidades participativas que son más simples. Una a una pueden ser entendidas si existe la voluntad de interpretarlas y de traducirlas a equivalencias más fáciles para su asimilación. El cerebro vago (una conocida tendencia neurológica) y la personalidad no luchadora en lugar de procesar lo más complejo para subdividirlo en unidades simples opta por impugnar la totalidad. La diferencia entre la genialidad y la estandarización consiste en implementar ese método de analiticidad de lo más especifico aunque pase por desenmarañarlo de exposiciones más complejas. Como que el ser humano moderno cree nacer sabio confundiendo haberlo hecho en el reino de la abundancia de lo material con una capacidad intelectiva ilimitada se resiste a hacer sus investigaciones ad hoc determinados por un estudio que emprenda. Hay praxis generalizadas en la lectura que demuestran una conexión superficial con los estímulos, que se reconoce como tal pero que no se está dispuesto a subsanar poniendo un plus de esfuerzo. Raramente hay quien lee con un diccionario al lado y de los lectores que subrayan aquellos vocablos que no entienden raramente acuden luego al diccionario para saber exactamente su valor semántico. Lo mismo se puede decir de los autores citados, raramente se acude a ampliar la información que es referida pero no explicada en un texto que se les menciona. De hecho, metodológicamente para leer un texto de ensayo se tendría que acudir paralelamente a otros enciclopédicos para terminar de comprenderlo en su totalidad. Al no hacerlo, las lecturas son incompletas y dejan una vaga sensación de entenderlos a medias. Es cierto. Decir que un texto es elevado dando a entender que no ha sido suficientemente controlado es ya una declaración de no haberlo estudiado acudiendo a otros que lo complementen. La sinergia intelectual pasa por intentar decir en unos textos lo que no ha sido dicho en otros. Si cada intervención verbal no pasara de generalidades el habla todavía estaría más bloqueada de lo que está. Por otra parte cada intervención que habla para quien entiende menos del asunto tratado es un agravio a quien entiende mas y que ya sabe lo otro. A veces quien no alcanza algo haciéndose eco representativo del nivel general de incomprensión lo que en realidad hace es escudarse en ese supuesto bajo nivel para justificar el propio. El no saber no admite apologías y su reivindicación es fraudulenta.

Como que un texto también puede ser tomado como un objeto perceptivo (uno de esos objetos que contienen objetos), la percepción de si es fácil o no, de si es atractivo o no, de si es útil o no, tiene que ver más con las condiciones del sujeto percibiente que del texto mismo. El texto es una mediación entre la realidad (o realidades) de la que trata y quien lo estudia para tener más apoyos o recursos para entenderla. Teniendo en cuenta que toda interpretación de un objeto lo traiciona en su esencialidad aunque esa no sea la voluntad autora las lecturas resultantes son múltiples y contradictorias lo que significa esas velocidades distintas antedichas pero también líneas interpretativas que pueden llegar a ser contrarias entre sí. El problema mayor no es que un lector no entienda un texto a la primera y lo entienda a la tentativa número ene, sino que no lo entienda jamás creyendo haberlo entendido suplantándolo con alguna clase de lectura fraudulenta (es lo que pasa con la teoría de la relatividad y tantas otras de las que se ha oído hablar pero que en lugar de explicarlas se las refiere con generalidades de parvulario). Jean Beaudrillard informa de que estamos en la era de los simulacros. Dentro del panorama de la suplantabilidad. Las grandes figuras de la mayúscula y de la singularidad que han venido adaptando la figura previa de un dios único, tales como la Iglesia el Estado, o los Partidos, viven de una eternidad diferida, una sociedad demorada, y una revolución postergada. Examina la externalidad como un sistema de los objetos dentro de la sociedad de consumo .La realidad real ya no existe, ha sido reemplazada por la virtual. Son las versiones clónicas de los hechos los que llegan a través de las pantallas a los públicos. Lo que ocurre en el mundo real nace socavado en su consistencia ontológica que es atacada quedando atestiguada la disolución que representan las imágenes manipuladas y falsificadas de la realidad virtual: las únicas posibles en una humanidad domesticada por la fantasía mediática ( interpretado así por Vargas Llosa). La inercia sistemática de las ciudadanías ante los estímulos pretendiendo que sean una sola y univoca cosa coinciden con los magnates que las ofrecen para complacencia estandarizada (desde el fármaco a la bebida chisposa, desde el espectáculo de pantalla al bestseller). Todo lo que no sea estandarizable para su consumo amplio y masivo es una inconveniencia para el régimen de los productos. Las inversiones en robotización humana (que no en robótica) dejan fuera el tipo de estímulos que apuntan a la conciencia prefiriendo los que sirvan para la seducción de los sentidos. Por eso, lo percibido es lo que es porque concurre una programación cerebral anterior. Todo lo que queda fuera de los cánones resulta impermisible. Al ser humano (incluso culturizado y con formación libresca) le pasa con los productos intelectuales lo que pasa al oído con respecto al umbral de sonidos. Sabemos que hay animales que alcanzan a oir ultrasonidos que al oído humano se le pasa de largo.

No hay comentarios:

Datos personales