La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Psicoterapia para los celos

Psicoterapia para los celos. JesRICART

Para el tratamiento de la personalidad celosa antes conviene reubicarla en lo que realmente es en particular ante quien la expresa y quien es víctima de ella.

El celoso o celosa tiene que descubrirse a si mismo una y muchas veces repitiéndose en reacciones emocionalmente viscerales que le descolocan la postura y el equilibrio por detalles en los que ve peligrar su rol ante el otro. La causa remota de los celos es un terror al abandono por ser priorizado un/a rival y la causa cercana es la evidencia de un desplazamiento del centro de interés al ser ocupado por un otro. Los celos pueden manifestarse en toda su extensión rabiosa llevando la relación al punto de máxima tensión y de ruptura inminente o sufrirlos en silencio dejando que vayan haciendo un agujero en la debilidad personal. La psicología celosa puede acudir a estrategias de disimulo para negar su existencia ya que en algunos textos y edades seguirlos manifestando es un inequívoco indicador de involución. Como otros enmascaramientos, no reconocer el síntoma va en contra de su cura. Cuanto antes el o la celoso/a admita que lo es antes podrá buscar o aceptar una psicoterapia eficaz de intervención para su cura. La mitad del tratamiento pasa por ese reconocimiento personal, íntimo e ineludible. Cuanto más lo aplace más complicará la relación personal saboteándolo con una linea de comportamiento erróneo.

Para su coartada, la condición del celoso tiende a asegurar que todas las personalidades son celosas y que aquello que le pasa a él o ella es un comportamiento universal. En su discurso tenderá a extender el problema fuera de su personalidad atribuyéndoselo al otro. Lo cierto es que el celoso es un enfermo de posesión (su examen al detalle se verá en que grado) que a quien afecta e impide vivir con normalidad es a quien sufre de esas reacciones. Por supuesto ,tambien hace padecer a los demás de su entorno creando escenas disgustantes y absolutamente estériles además de ridículas y deseducadas. El celoso sea cual sea su edad hace de neoadolescentista con pataletas de crío por asuntos que no resolvió o no supo resolver en sus primeras etapas biográficas. Es increíble que un tipo de talante liberal y que haya tenido una experiencia colmada de pluriamante se descubra un día como un celoso desequilibrado ya en una edad avanzada. De suceder eso el mismo sentimiento de celosía por un arelacion tardia pondria en duda que se hubieran dado relaciones de autenticidad amorosa en el pasado por muchos líos que se hubieran tenido. No todo el mundo que ha experimentado la pluralidad intima en su haber significa que no sea celoso. Los celos cuando se ponen a prueba es cuando la persona a la que amas y/o priorizas elige a otro/a que no eres tú. Hay casuística demostrativa de personas con pasados plurales que no han superado nunca sus celos ni están en el proceso de superarlos pero es mucho menos probable esta situacion que quien se ha acostumbrado de siempre a tener una relacioy solo una para su consumo en exclusiva.

¿cómo se distingue un celoso? Test de identificación.

  1. Cuando necesita conocer y tener controlado el campo de relaciones de su partner (pareja, familiar, conocido o amigo).
  2. Cuando salta reactivamente de una manera furiosa porque considera que no se le hace caso.
  3. Cuando no puede soportar imágenes de empatía comunciativa de su partner con otros (desde las meras miradas y conversaciones de casualidad a su sexualidad).
  4. Cuando teme el peor de sus males: a ser excluido de los privilegios de los cariños y de intimidad de su objeto de amor y de deseo.
  5. Cuando su cuerpo se electrifica y sus afirmaciones son no dialécticas e inflexibles.
  6. Cuando no puede librarse de esa idea central de la pérdida autonegándose a otros placeres y pensamientos mientras dura su ataque y al placer mismo de la compañía de su partner contra el que lanza su artillería.
  7. Cuando (micro)delira sobre la entidad real del factor amenazante (el/la rival).

Uno, varios o todos de estos factores darán el gradiente de la celotipia. Por lo general, el celoso tiende a pesar que el otro que toma instintual o inconscientemente como rival tiene el mismo valor para la persona nexo a la que ama y que quiere que no se vaya por esas otras aproximaciones o discursividades. Se puede definir el celoso (así como otras patologías paranoideas) como un sujeto que tiene sesgos perceptivos en la evaluación de los acontecimientos. Una simple voz femenina (o masculina) al teléfono incluso sin saber de quien se trata ya puede disparar las alarmas de vigilancia, el contenido leído por casualidad en una carta dirigida al otro u otra puede ser visto como una misma clase de deseo en ese otro que el que esté recibiendo. El problema del celoso es de interpretación. El intelectual metodológicamente mas impecable para temas discursivos externos dentro de la ciencia o la literatura se revela como el peor de los mediocres al no empelar el racionalismo para un caso particular (el suyo) en el que concurran terceras figuras por las que tema ser apartado. El celoso/la celosa hacen todo lo posible inconscientemente para consumar aquello que mas temen: ser abandonado/a por otro que no exhiba esa clase de broncas tan poco fundamentadas.

Lo primero que se puede decir de la personalidad celotípica es que tiene un problema de seguridad consigo misma. Teme a priori la pérdida de su partner pero no tanto por esta perdida como por su desubicación en el mundo. Lo cierto es que el celoso amenaza pronto y rápido con abandonar al que hasta este instante ha sido su gran objeto de amor por averiguar a veces un detalle fortuito: unas bragas no identificadas en el bolsillo de chaqueta de él o colgadas a secar en la ducha (como me sucedió una vez) , una caja de condones, o un avistamento de una cita del partner con otra persona de distinto sexo no identificada. En conjunto, los detalles por los cuales el celoso se declara en cólera y no puede tolerar, para su código ideológico y estructura mental, que su pareja se vaya con otro son generalmente irrisorios. Eso no quita la gravedad del asunto. El enfoque profesional terapéutico que está o debería de estar por encima de esta detallística se tiene que hacer cargo de la escena y ayudar al enfermo a superar la dura prueba por la que su biografía le hace pasar: en definitiva la de reconocerse no único en la constelación de la persona a la que quiere. Aunque los celos se adquieren y le deben mucho a una cultura privacionista -que potencia los privilegios del individuo como solo uno- hay un punto de partida biologico que el instinto de prensión (que concreta un deseo innato de posesión). La cultura como concreción de una reflexión acumulada de la inteligencia sobre la conducta viene -o debería venir- a corregir algunos sesgos naturales y a reconciliar la naturaleza de cada cual con la pluralidad de todos.

El adulto que reexperimenta en distintos escenarios y con diferentes personas reacciones posesivas con su partner por el hecho de que se codea con otros expresa una dislocación de sus ideas culturalmente avanzadas e incluso supuestamente progresistas con una biotendencia ruin y retrasada. Si admite reconocerse como un enemigo de sí mismo y se pone a reconocer la voluptuosidad humana y la tendencia a la búsqueda de otros para colmar otras experiencias tiene alguna oportunidad para un tratamiento que lo libere de su ansiedad y de su sufrimiento.

El prototipo de celoso es el individuo que por su propia condición exagerada y protodelirante vé mas de lo que realmente sucede con lo cual es la causa y el efecto de su sufrimiento sin que los elementos contextuales sean realmente los responsables de su desencadenamiento. Cuando un partner tiene que esconderse ante el otro de sus comunicaciones escritas u orales con otras personas, el conflicto entre ambos está ya instalado aunque las escenas mas desagradables y caóticas se contengan por razones protocolarias. Al celoso se le puede definir como la personalidad que se basta a si misma para sufrir en solitario independientemente de lo que haga su partner para mimarla y tratar de comprenderla. Como otras patologías según sea el grado, cuando la comunicación deviene totalmente imposible, lo mejor que se puede hacer es mantenerla a distancia, inicialmente ponerla en cuarentena y luego decidir si la ruptura va a ser para siempre. Esa elección no es fácil ya que el hecho de que el celoso sea un enfermo está pidiendo a su manera, por grotesca y ridícula que sea, una atención especial que su enamorado le va a conceder una y otra vez hasta que definitivamente se canse y prescinda de tanta presión. Como otras patologías (las adictivas y las netamente delirantes) se tiene que medir muy bien hasta donde es posible continuar con una relación de esta clase o dejarla a su suerte o en manos profesionales que se ocupen de esa persona. Como que los celos no son totalmente unilaterales y como su estatuto está defendido bajo una categoría de normalidad hace que a priori y a posteriori un comportamiento de manipulación sentimental inequívoca trate de ser colado como una conducta ordinaria reflejo del amor bipersonal, mucho mas cuando los maxicelos de un partner no dejan de estar retroalimentados por los minicelos del otro.

Un tratamiento analítico convicente y con plausibilidad de ayuda pasa -una vez reconocidos sin duda alguna- por una exposición a todas las imágenes potencialidades o eventualidades de pluralidad que el objeto querido, el aliado convivencial, tenga con otros y en otras situaciones. La pluralidad no empieza ni acaba en la intimidad sexual y plural, es todo lo que entra en la constelación personal: gustos, salidas, otras citas personales con gente del mismo o distinto genero sexual, aficiones, hobbies, deportes, familiares...siendo todo eso la suma de espacios múltiples que va variando según las etapas biográficas. El hombre o mujer seguros de su partner no andarán mirándole sus privacías sobre lo que hace o deja de hacer, con quien va y con quien ha quedado. En lugar de eso le dejaran entera libertad para que sigan sus inclinaciones y extiendan sus lineas de confidencialidad con las amistades que deseen. Inevitablemente, el partner sabrá que será tratado como objeto de alusión y tema de conversación ahí donde sea referido por quien o quienes ha intimado.

Cuanta mas exposición de imágenes presuntas tenga uno en su haber mas soportará la relación que la persona con la que se relaciona tenga con otro u otros. Eso solo aplica la técnica de exposición hacia todo lo que haga yuyú o haya sido previamente interiorizado como una aversión. Un tipo de visión resistente ve en esa actitud una despreocupación que tomará como indicativo de no-amor. El amor equilibrado es el que se aparta de preocupaciones innecesarias no el que hace de todo lo superfluo y colateral o aleatorio una preocupación excesiva. Un exceso de preocupación por lo que hace y deja de hacer el otro, por muy objeto de amor y deseo que sea, termina por sabotear la relación por no dejarla respirar.

Como otras deformaciones perceptivas la posición celosa ve lo que no hay, exagera en lo que existe, teme los desenlaces que no se van a producir salvo por si mismo constituyéndose en causa de ruptura. El celoso adulto lo mismo que el niño no educado que lo quiere todo para él tiene que aprender a compartir su sentimentalidad con la de los demás y sus espacios temporarios con otras figuritas. El tratamiento de su dolencia también pasa por pautar a su partner a salvo de esas exageraciones infundadas para que no sucumba al chantaje emocional implícito en todo estallido celoso. El celoso es, dicho lo mas claramente, un tarado absoluto. Eludirá su problema poniendo el énfasis en los problemas de los demás aunque no tengan nada que ver con el tema de conversación tratado. Es sabido que una de las primeras manifestaciones de las autodefensas psíquicas consiste en tratar de burlar el tema de atención y elegir otro por terciario y desconexo que esté con el primero. A veces el autodefendido no tiene mas luces y atacará con las mismas palabras al otro para tratar de competir en igualdad de participación verbal. Esa autodefensa cursa con una resistencia a la analizabilidad.

El que no acepta constituirse en la condición de analizante demora sine die la comprensión de sus problemas y el origen causal de sus conflictos. En resumen demora las soluciones para sí mismo y sigue sometiendo a su entorno al ataque de lo que es. El enfermo paranoideo quiere hacer girar a los demás en torno a su percepción sesgada de la realidad, y justificara esa absorción egoica aludiendo que la misma lógica de cualquier otro para su vida es la que justifica la suya propia. No hay diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, entre la patología y la salud, entra la disfunción y el equilibrio, entre una elección y su contrario. En su esquema ideológico del “todo vale” también valdrá sus acciones obsesivas, sus furias de posesividad, su deseo primario de control del otro en aras a que es y ha de continuar siendo su amor en exclusiva.

Al celoso como analizante se le puede tratar metodológicamente para que resuelva sus limitaciones, al celoso como amigo o confidente amical no, porque tratarlo de enfermo por débil sentimental lo vivirá como una afrenta y un descalificativo.

El tratamiento curativo no es tan complicado: además de la exposición a las secuencias a las que más se teme se puede propiciar secuencias de factoría propia para ejercer aquello que se teme a lo que no se tiene practica en hacer. Por ahora una sociedad de relaciones intimas plurales es todavía una utopía. Pero se sabe que hay una conexión entre la incapacidad para compartir la intimidad con la que hay para socializar los recursos materiales de vida. Mientras el ser humano sea incapaz de compartir la cama ni siquiera en la cantidad de tres se hace difícil pensar que pueda compartir correctamente el resto del planeta. Seguimos en ese reto. La posibilidad de realizar un sueño dice Paulo Coelho es lo que hace a la vida interesante. La psicoterapia anticelotípica pasa ineludiblemente por la exposición a los juegos de pluralidad (conversacionales e íntimos) y a la resituación del otro como complemento quitándole el rol de eje o de razón exclusiva por la que vivir.

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