La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

De la vergüenza al orgullo

De la vergüenza al orgullo.JesRICART

Acudir a la psicoterapia profesional no tiene porque ser vergonzoso. Seguir un programa de psicoterapia no significa estar mentalmente desorganizado. Del mismo modo que tomar medidas profilácticas y adoptar hábitos naturistas es conservar la salud previniendo la enfermedad, también revisar aspectos de la personalidad y de la conducta personal hay que tomarlo como una prevención contra el desequilibrio mental. Socialmente está aceptado acudir al médico o hacer chequeos médicos habituales para reparar los estragos y disfunciones corporales, sin embargo hay quien todavía repudia asistir al apoyo y análisis psicológico tomándolos como un estigma o una marca avergonzante. De hecho mucha gente sigue programas psicoterapéuticos y los esconden incluso a los más allegados y otra, acude pensando que el problema está en su interior y sólo en su interior sin que tenga nada que ver el resto de protagonistas, y antagonistas, con quienes comparte un espacio social. En el lugar de esa vergüenza arcaica y absurda hay que contraponer el orgullo de trabajar la propia interioridad y de enfrentar las verdades poniendo al descubierto las zonas oscuras que subyacen bajo el yo externo o público.

Si bien la parte de la sociedad que comprende menos demasiado los temas enseguida está dispuesta a señalar con el dedo quien hace según qué cosas, no es menos cierto que esa parte también coincide con no ser la más culta ni la que más conductas intachables pueda prodigar. Posiblemente es más vergonzoso tener que acudir al digestólogo por tener el sistema metabólico descuidado y con hábitos incorrectos de ingesta permanentizados; al traumatólogo por accidentarse por conducir o correr temerariamente; al odontólogo por tener la dentadura podrida o al dermatológico por haber abusado de cosméticos agresivos y en ninguno de estos casos los pacientes experimentan rubor por ir. Esconder la visita al psicólogo o psicoanalista significa de alguna manera no asumir la condición personal de la necesidad de hacerlo como algo lógico y racionalizado.

Se trata de invertir el punto de vista: quien va al psicólogo no es el que está desequilibrado por definición, en cambio quien se resiste a ir dando muestras de comportamiento extraño sí puede atestiguar indicios de anomalía del comportamiento con el peligro de que vayan en aumento.

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