La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

La (in)disposición al otro.

La (in)disposición al otro. JesRICART.

La cultura propicia el encuentro con el otro o por el contrario lo previene y lo elude, luego está cada individuo con su mochila de prejuicios y su bagaje experimental que es el que decide como actuar según cada nuevo personaje que le llega a escenario o según los escenarios por los que vaya pasando. Hay un tipo de personalidades o al menos de rictus y gestos que caen mal nada más entrar y otros que por el contrario caen de fábula. Antes de que se hagan los análisis pertinentes hay microdetalles por los que uno sabe o intuye si el otro recién conocido o presentado te cae bien o no. Las pullas se presentan a veces en clave sarcástica, por no decir cínica, y pronto se infiere la clase de discurso potencial o la nulidad de el de quien se tiene delante. Como que raramente se necesita al recién conocido para que integre la parte esencial de un plan, como que ya no viene formando parte del pasado, que no forme parte del futuro no es tan trágico. En la sociedad de masas todos sobramos. Por mucho que cada uno, como individuo y con su gran ego maquillado, se crea,.y de hecho, lo sea-. único e induplicable (mientras la industria clónica no cotice en bolsa) lo cierto es que forma parte de un gran programa de estandarización. Los mas superlativos necesitan destacar por la vía de la moda o por sus actos públicos notorios, la mayoría nos pasamos la mayor parte de la vida enmatojados en nuestras pequeñas miserias y raramente nos conocen mas allá de nuestras casas e inmediaciones profesionales. Cuando las casualidades, o la probabilistica de conexiones, quieren ponernos en contacto desconocidos entre desconocidos, sea porque nos buscamos en espacios de flirt o de sondeos, sea por aquello de “tienes que salir y conocer a gente” el fiasco es total. ¡Cuantas noches y veladas perdidas en torno a cervezas y conversaciones mustias! ¡cuantos nombres apuntados en agendas que jamás llaman ni son llamados por ti !¡cuantas promesas de “nos veremos” incumplidas!

Si bien la cultura nos educa, o al menos instruye para estar en disposición receptiva hacia el otro (“¿que tal estás?” “ bien, fantástico, estupendo,...”) por un elemental calculo estadístico de la mayor parte de gente que uno conoce en su vida es una ínfima parte con la que va hacer las grandes aventuras y le va a marcar profundamente. El resto, mero paisaje, a menudo no da ni siquiera para contar una anécdota por persona, aunque ¡eso sí! Se diga de cada una que es excepcional y extraordinaria. La ventaja de la sociedad de masas es el anonimato, si alguien no cae bien no importa, la posibilidad de la coincidencia es tan escasa que pasa a un plano de olvido por el automatismo reactivo de la indiferencia. Matemáticamente, las coincidencias existen. No hace falta ningún dios extra planeándolas (ahora voy a juntar a Pepe con Pepa en tales coordenadas para que se hagan amigos y tengan hijos) los dioses no son tan tontos. Basta dejar en circulación a los personajes de la vida para que un día u otro se encuentren, es decir, se vean las caras y se presenten o se reconozcan. A menudo, la primera frase es decisiva para inferir si el otro es un memo o tiene bastantes condiciones para que lo sea. Es terrible juzgar tan rápido ¿verdad? Lo es, y sin embargo nadie, honestamente, no deja de hacerlo. Además, toca tomar decisiones rápidas, no se puede estar perdiendo toda la tarde para confirmar en las frases siguientes si el memo lo es mucho o lo es poco. La cultura humanista nos ha enseñado a respetarnos los unos a los otros y a poner la escucha y la máxima deferencia en los demás, pero esto no va así, muchas actitudes ajenas son tan inmediatamente juzgadas que antes de una presentación formal ya se tiene una toma de posición. Antes de llegar al apretón de manos o al muaca-muac uno tiene, en funcion de su pre-conceptos, es decir pre-juicios, una idea de ese otro, una disposición o una indisposición. Estamos advertidos de que no podemos tener prejuicios, la prejuiciosidad va en contra de la apertura, de la empatía y de la comunicación, pero lo grave no es el prejuicio, en si mismo sino que este pre-juicio esté equivocado. Cuanto antes se pueda juzgar una situacion y a alguien, antes estás a salvo de los peligros que vengan en el paquete cargado por esta persona.

Experimento: en una situacion cero de equis numero de personas que no se conocían antes reunidos en una sala de exploraciones sensoriales mutuas desde el primer momento cada una dimana una energía y unos mensajes sutiles según los cuales va a ser valorado (juzgado) pues por los demás, es decir por cada uno de los demás. Eso es recíproco. Si las relaciones derivadas se las dejara fluir sin ser pautadas un grupo numeroso derivaría a subgrupos estables de aliados mutuamente diferenciados entre ellos y hasta enfrentados. El individuo necesita o cuenta más con alianzas concretas a pequeña escala que alianzas difusas. El amigo busca ser el golden friend o el mejor amigo de su amigo, cada individuo explora y quiere saber el valor exacto que ocupa en la biografía de otra persona. (¿Tu me quieres?... pero ¿hasta donde y cuanto me quieres?). La mayor parte de problemas en las relaciones personales vienen determinados por las dudas generadas al no saber precisar este cuántum de cariño o de responsabilidad.

En cuanto a los primeros contactos tienen la gran oportunidad de escapar los unos de los otros nada mas olerse o verse (los animales también lo hace, observen a los perros). Si un tipo huele mal, o habla mal, o es muy invasivo en el espacio vital o hace un primer comentario desafortunado instintivamente -antes de que eso sea razonado- ya es rechazado. Pero a veces basta que uno sea presentado por su profesión para que haya oyentes que ya experimenten una cierta dentera (la de psicólogo es una de esas que suele caer mal en personalidades oscuras y ocultas que temen ser descubiertas por quien lo es optando por caerles mal a quienes ejercen tal profesión).

El conflicto relacionario individual está en que por un lado para su supervivencia necesita y quiere gente (la gente busca gente), casi todo el mundo se jacta del enorme volumen de contactos con los que trasiega. Las agendas personales de contactos se han convertido en una especie de carteras de clientes para promover el clientelismo del propio ego. Uno mide su importancia social y su resonancia pública según el numero de llamadas que recibe de los demás, la cantidad de invitaciones que le proponen o los muchos lugares a los que es invitado y tiene las puertas abiertas. Si se aburre o no en cada una de estas cosas o si le apetece realmente acudir es otro asunto. El objetivo social es estar al día, no perderse el último acontecimiento de moda o acudir a donde todo el mundo va. Eso explica la gran incapacidad racionalizadora del colectivo humano en hacer cosas distintas y diversificadas, por eso seguimos achicharrándonos en los metros en horas punta como latas de sardinas o matándonos en las carreteras por exceso de trafico y estrés en la conducción. Al mismo tiempo la gente está saturada de gente, somos muchos, demasiados, vivimos historias en las que sobramos en todas partes. Hay espacios en los que uno tiene complejo de chinche con tanto personal envolvente. Es verdad que al otro,aunque sea en su presencia corporal pasiva, se le necesita como una especie de seguro de acompañamiento. La verdad es que el otro cercano no siempre ayuda sino todo lo contrario, se diluye en una funcion mimética hasta tal punto de tirarse al mismo pozo que los demás, o cruzar la via del ferrocarril justo en el momento en que el tren atropella a uno y a otra docena en una especie de delegación de confianza mutua y de irresponsabilidad compartida.

Volvamos a las presentaciones y al primer contacto. Es verdad que todo el mundo tiene el derecho a segundas oportunidades y a que le sean valorados mas datos para recibir una interpretación justa de su persona pero no lo es menos que si los primeros datos son muy adversos ya no quedan ganas para continuar consiguiendo mas. Conocer al otro sigue un protocolo científico espontáneo. Si la primera hipótesis de persona racional y receptiva con la que establecer empatía fracasa, instintualmente queda descartada otra oportunidad o conceder mas tiempo. Otro asunto es que el protocolo social para continuar el trato obligue a hacerlo durante toda una velada, pero la fisura ya esta producida. Muchas de las relaciones que se mantienen son meramente ocasionales sin que se espere de ellas nada, salvo la espectacularización de ese momento en que son mantenidas.

La no onda con el otro presentado (o antes de eso, desde el momento en que nos es referido) no tiene porque estar razonada pero basta que se sienta para que todo un corpus energético se adecue en una determinada posición vibracional. Ademas, una posición adversa es contagiosa. Si no te gusta alguien posiblemente no le gustarás y si no le gustas a alguien posiblemente no te gustará. Se trata de dos mecanismos de autodefensa que se activan recíprocamente. De los juicios (es decir de los prejuicios) se ha hablado mucho desde la defensiva. La cultura dominante promueve individuos alienados y parapetados en sus mentiras. En cuanto huelen el peligro de ser puestos al descubierto se enemistan con quienes puedan denunciarlos antes sí mismos y públicamente. La energía adversa es reciproca. Alguien que adopta conclusiones apriorísticas equivocadas hace todos los esfuerzos para recibir como actitud un distanciamiento preventivo.

Es así que en ese gran mundo de los otros prolifera el fenómeno de la indisposiciónes mutuas, tanto mas recrementado cuanto menos valor potencial de evolución es estimado para cada uno de los demás. Las definiciones de corsé que tratan de hacer prevalecer el amor por encima de cualquier otro parámetro presuponiendo que va a sanar las relaciones humanas distensionándolas olvida la tendencia ego-céntrica en la que pivota cada psiquismo individual. Robert A. Heinklein dice que el amor se da cuando se prioriza la felicidad ajena a la propia. Eso es una barbaridad y una impracticabilidad. Puede servir mas como la definición de un cierto tipo de masoquismo, o de una sumisión de la ética propia al imperativo de dominio ajeno. El origen de muchas servidumbres está en la priorización del otro por suponer que es mas fuerte, justo o inteligente.

La disposición o indisposición al otro está alimentada por muchos factores culturales y teóricos de los que se hace eco o vehículo el individuo mas dispuesto o indispuesto según se trate con cada uno de sus contactos. No hay que olvidar que alguien con cuyo primer contacto de no mas de un minuto hubo una indisposición unos años después sin que haya mediado ninguna clase de contacto intermedio puede convertirse en un verdadero enemigo ocasionando muchas molestias. Recuerdo que la partner psicótica de un amigo nada mas serle presentado no le gusté por mi rol profesional, dato que el otro tuvo la pulsión de decirle. Como a otros muchos enfermos psiquiatrizados que confunden su patología mental con los profesionales que se responsabilizan de ella para tratársela deicidio que yo no podía ser su amigo. Punto. Bastantes años después, esa persona llegó a desarrollar una alta cuota de odio para todos aquellos quienes, según ella, no la comprendíamos, yo incluido.

Todo lo que podemos hacer en un mundo tan tramposo es no perder nota de cada elemento. Eso es lo que aumenta la autoconciencia junto a la critica, por tanto la autocrítica, lo único por lo que apostar para cambiar poco a poco actitudes, formas y estructuras de conducta y de ideas. No es una gran alegoría teórica pero no hay más. Anselm Grün dice que contemplar es abolir el tiempo. Efectivamente, la posición observadora nos libra de protagonismos indeseables y además suspende los procesos justo en sus entelequias manifiestas independientemente de su calendario.

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