La poesía no puede ser explicada, de serlo termina en el campo del ensayo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Propiedades de objeto y sus atribuciones por el sujeto.

Las propiedades del objeto y sus atribuciones por el sujeto.JesRICART

Berkeley con su simple observación sobre el sabor de la fruta cuestionó la objetividad como una realidad totalmente independiente del observante (en este caso, del degustante).¿Dónde está el sabor en la manzana o en el paladar? La variedad de apreciaciones en el sabor no se extiende por un igual a todas las bocas. Saborear es una de las atribuciones del sentido del gusto pero el sabor concreto de algo no queda demostrado hasta que no es probado. Ese objeto gustoso tiene propiedades químicas que lo hacen que lo sea pero que no constituyen el gusto mismo. ¿Esto pasa con todos los objetos o solamente con los que implican la sensibilidad de su usuario? Sigámoslo: un nuevo diseño dentro de la aparatología que tanto nos deslumbra a los tecnoutilitaristas sale al mercado con un conjunto de prestaciones. Aceptado que cada objeto no se limita a ser su apariencia sino lo que contiene -sobre todo, lo que contiene- siendo este contenido de una amplitud tal que depende de la habilidad de su usuario el alcance de su uso crea la paradoja siguiente: un objeto no es todo lo que es mientras no sea empleado en su totalidad. La definición de objeto retrotrae a una imagen estática del mismo: un microondas , un placa con una señal, una silla de ruedas, una puerta, un jarro, un jersey, un iPOD, un cenicero,... dentro de -una vez más- una lista interminable de enumerables. Por pocos vocablos que contenga esta lista aleatoria pronto se advierte que cada objeto mencionado tomado al azar es un continente de otros objetos (las bisagras y cerraduras de la puerta, el cenicero vacio o recargado de esas pavas malolientes, las ruedas y el cojón de la silla, la agenda, la cámara o la frecuencia modulada del iPOD...). Cuanto más sencillo sea un objeto y cuanto más singularizada sea su función el objeto presentado queda reducido a si mismo. Pero esto tampoco es tan exacto: el jarrón que está pensado como florero es una vasija o un continente en espera si queda limitado a sí mismo. ¿Es el mismo objeto el jarrón que contiene las flores que sin contenerlas? De una interminable colección de objetos simples (llamarlos elementales sería un error porque nos llevaría a la tabla de elementos periódicos o se confundiría con estos) no hay uno solo que no sirva además de para lo que fue concebido para otras funciones. El vaso que habitualmente se usa puede terminar sus días como cazoleta para el aguarrás donde dejar el pincel de pintura, las antiguas camisas se reciclan como fragmentos de telas diversas para montar un pachwork, los libros alineados en la estantería sirven como alzapiés a falta de otro recurso más sensato, el platito del café sirve de cenicero (una guarrada más añadida a la del hecho de fumar en la mesa de comida). De cada cosa enlistada o pensable (incluso desde la imaginación de lo que todavía no existe o está por fabricar pero que sí puede ser fantaseado) se puede afirmar que hay que diferenciar entre los atributos que la definen como tal: sus características y prestaciones, sus cualidades y las atribuciones que el sujeto le pueda sacar. Hay algo del objeto que no está en el objeto mismo sino en el sujeto a partir de que establece una interacción con aquél. La dificultad de esta discusión se extiende a partir de la complicación de las variedades de atribuciones por un lado (determinadas por las variables de sujeto, tanto porque uno no siempre es el mismo en su condición de usuario, como porque no hay una persona idéntica a otro). La observación de Berkley desbanca el principio inamovible de lo que es cada cosa como si se tratara de algo absolutamente independiente de su evaluador. Lo que hace que un objeto sea el que es y no otro es porque el conjunto de sus propiedades (p1,p2,p3,...pn)no se repite con las de otro. La velocidad y potencia que desarrolla un automóvil a motor no es la misma que se desarrolla en una bicicleta, aunque ambos son instrumentos para la movilidad. La gama de objetos distintivos es lo que puebla el mundo de decorados diferentes. Sin embargo, si el análisis se extiende a los componentes orgánicos de cada objeto se entra en un campo de equivalencias. A nivel atómico y de ondas todos los objetos comparten registros muy parecidos. Para no confundirnos -con el ambicioso campo semántico- al llamar a todo lo pensable y nombrable como objeto, hay que diferenciar de alguna manera el objeto que cumple una función de uso (la realidad doméstica y cotidiana nos rodea con miles de ellos) del que cumple una función intelectiva (las palabras, los sueños, los conceptos,...). Al diferenciarlos nos encontramos que en ambos tipos además de sus atributos de contenido ni alcanzan la totalidad de su funcionalidad hasta que reciben las atribuciones de uso. La experiencia personal lo demuestra a cada momento. Salvo las cosas más ordinarias y simplificadas cuya función se confirma cada vez que son empleadas, como la taza de té, las otras más complejas y más propias de una sociedad tecnológicamente sofisticada, pueden ser utilizadas fragmentariamente de una manera sistemática. Hay aparatos que se les da por obsoletos y se desechan sin haberles usado todas sus prestaciones. ¿Qué decir de un receptor de radio simple? La radio es un objeto de objetos. El receptor es un instrumento de audición de un conjunto de emisoras a las que se llega fácilmente con el dial y cada una de estas con un conjunto de programas y cada uno de estos con un perfil referencial que aborda distintos temas. ¿Cuántos objetos hay aquí? El receptor, cada emisora, cada programa, cada tema...Un radioyente puede usar su receptor y jamás sintonizar la emisora de Radio Amistad o la COPE. ¿qué significa eso?¿qué clase de atribución se le da al receptor? sin duda es selectiva. ¿Pero es lo mismo o se puede decir lo mismo de las emisoras sintonizables con atributos? Mientras la capacidad de sintonía del receptor es un atributo, la emisora es un objeto alcanzado por aquella condición pero que a su vez tiene su colección de atributos.

Su objetivización pasa siempre por su subjetivización. El cuerpo humano (con su sensorialidad e inteligencia) es un multiconjunto de posibilidades que si bien enriquece a la hora de considerar lo que sea distorsiona al tratar de medirlo. La diferencia entre una vara de medir, un termómetro, una máquina de pesar o cualquier instrumento específico diseñado para especificar volúmenes o distancias es que el cuerpo humano tiene demasiados procesos internos que alteran la apreciación exacta o que no aseguran su regularidad estable. Por eso no llueve a gusto de todos aunque el pluviómetro sea quien tenga la última palabra en cuanto a demostrar exactamente lo qué ha llovido.

La percepción subjetiva del objeto llega a alcanzar tanta fuerza que la presunción de que es una cosa la hace saborear como esa cosa aunque no lo sea. La firme convicción de estar tomando una bebida (esa convicción puede ser una suerte de sugestión hipnótica) soborna al sistema perceptivo para sentirla con arreglo a esa convicción y no por lo que es. Los tests de sabores bajo ese tipo de control mental así lo demuestra. Algo parecido pasa en relación a los valores y a las personas (que metodológicamente no pierden su condición de objetos perceptibles). Cooley, influido por W. James, estudió los grupos primarios: familia, amigos, escuela,.. encuentra como socializan al individuo que no escoge sus valores. Ni se le da opción inicialmente a que lo haga. La resultantes es un yo espejo o yo reflejado en los demás que contextualizan el entorno en el que está inserto y por el que es dominación, Según la interpretación de cómo son los otros hace que eso actúe como factor para cambiar la imagen de una manera acomodaticia cambiando de conducta. Lo que pasa con los valores (como enunciados ideológicos) también pasa con los objetos. Un objeto se percibe además de por sus marcas externas también por sus estigmas, esto es, que además de contemplarlo por sus propiedades en si se le admite o no por sus propiedades para fuera. Un objeto en si mismo interesante puede ser interiorizado y despreciado hasta su exclusión total tras su estigmatización, el mismo mecanismo es el que media entre individuos predominando el estigma (la perpetuación de un descalificativo) a la revaloración de los atributos en sí mismos.

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